El Simple Poder de Nombrar
El Salmo 32 se lee un poco como un comercial de un antes y un después. Ya conoces el tipo de comercial: “¡Antes de que obtuviera el super cuchillo Ginsu, mi vida culinaria era virtualmente un desastre, pero ahora…!” Solo la autenticidad de este Salmo es innegable. Se le atribuye al Rey David y su manejo del poder de la confesión y el perdón. Si alguien supiera acerca de cometer errores y la necesidad de la confesión y el perdón, ese sería David.
En el versículo tres, el Salmo afirma: “Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo…mi fuerza se fue debilitando…” Pero, luego, en el versículo 5, continúa: “Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: Voy a confesar mis transgresiones al Señor. Y tú perdonaste…”
El Salmo finaliza con regocijo.
La verdad es que, cuando nos aferramos a nuestros pecados, cuando no reconocemos dónde hemos errado, nuestros errores solo nos devoran por dentro. No hay forma de sanar. Por otro lado, nombrando nuestros pecados rompe su poder. Sin duda, es el primer paso hacia la sanación.
Hoy, encuentra un lugar en donde sentarte tranquilamente ante Dios y hacer tu confesión. Y, recuerda que en Jesucristo tus pecados son perdonados. Más adelante en el Salmo, se nos da esta promesa: “El gran amor del Señor envuelve a los que en él confían.”
Oremos: Dios, nos hemos equivocado, somos humanos, somos de carne y hueso, y hemos cometido errores – a veces una y otra vez. Te necesitamos que nos laves con tu gracia, que nos limpies, y nos ayudes a seguir adelante, dejando atrás lo viejo y empezar de nuevo de manera diferente. Ayúdanos hoy a nombrar nuestros quebrantamientos, para que pueda comenzar la sanación. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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