El Regalo Empoderador
Durante los últimos días, hemos reflexionado sobre el don del Espíritu Santo. Continuamos con dicho tema el día de hoy.
Hace varios años, recuerdo haber escuchado una historia sobre Desmon Tutu en un momento en que el gobierno sudafricano canceló una manifestación política contra el apartheid. Tutu estaba dirigiendo un servicio religioso en la Catedral de San Jorge, y soldados y policías antidisturbios llegaron con armas y bayonetas, listos para cerrar todo.
El obispo comenzó a hablar de los males del sistema del apartheid – que los gobernantes y las autoridades que apoyaron el sistema estaban condenados a caer. Señaló con un dedo a las autoridades: “Tal vez sean poderosos, muy poderosos, pero ustedes no son Dios. Dios no puede ser burlado. Ustedes ya han perdido.”
Entonces, en un momento de tremenda tensión, el obispo pareció ablandarse. Saliendo detrás del púlpito, demostró su radiante sonrisa y comenzó a saltar de alegría. “Por lo tanto, ya que ya has perdido, ¡le estamos invitando a unirse al lado ganador!” La multitud rugió, y las personas empezaron a bailar.
¡Bailando frente a pistolas y bayonetas! Sólo algo tan poderoso como la energía ferviente del Espíritu Santo podría hacer esto posible.
La pastora Jana Childers escribió sobre cómo el poder del Espíritu en las iglesias de hoy puede manifestarse en coros estruendosos y en una retórica altísima. El poder del Espíritu puede manifestarse en congregaciones que cantan con todos sus corazones…que oran sin cesar, y que se extienden desinteresadamente por los demás…
Pienso en aquellos que conozco que han cuidado a sus seres queridos con Alzheimer durante meses, incluso años.
Pienso en un amigo que lleva 32 años sobrio y que me dice: sólo por la gracia de Dios.
Pienso en personas de diferentes razas, niveles socioeconómicos, ¡e incluso diferentes tendencias políticas! Unidos para trabajar codo a codo por una mejor comunidad…
Pienso en cómo cuando apareció el Covid y cerramos la iglesia, tuvimos esta sensación de hundimiento de…¿Qué va a pasar?
Y pienso en cómo en todas estas situaciones, invitados o no, es sólo por el poder del Espíritu.
Oremos: Te damos gracias, Oh Dios, por el regalo de tu Espíritu. Que tu Espíritu vuelva a llenar nuestras iglesias, nuestras familias y nuestras vidas. Empodéranos para ser personas de sanación, esperanza y amor. En el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!