El que con Lágrimas Siembra….
Mi amiga Amy Camp, recientemente compartió una historia conmigo. Justo antes de Navidad, una pareja de ancianos, en su iglesia, le pidieron que fuera y llevara la comunión a su hogar. El hombre había sufrido un derrame cerebral y no podía hablar – al menos de una manera que la mayoría de las personas puedan entender.
Cuando Amy se sentó y comenzó la visita con dicha pareja, el hombre comenzó a llorar. Solo ligeramente al principio, con lágrimas rodando por sus mejillas. Amy dijo en su forma muy pastoral: “Está bien. Está bien llorar. Este es un lugar seguro.” Y entonces él comenzó a llorar, y ella dijo que se hacía cada vez más fuerte hasta que él comenzó a llorar fuertemente. Una vez más, ella le dijo gentilmente: “Está bien. Puedes llorar.” Y él lo hizo.
Cuando finalmente se calmó, él comunicó, con gestos, que sentía que era una carga para su esposa. Y que lo lamentaba. Luego la esposa comenzó a llorar y dijo: “Tú no eres una carga. Lamento haberme frustrado contigo. Te amo.” Y luego los tres comenzaron a llorar.
Ellos celebraron la comunión juntos, y después de la comunión, la esposa quería cantar un himno. Ella y Amy comenzaron a cantar suavemente, pero de repente, el hombre que no podía hablar debido a su derrame cerebral comenzó a contar con ellos. Y estaba cantando perfectamente claro. Él estaba cantando libremente y tan lleno de alegría.
Todo esto solo me recuerda que la capacidad de compartir lo que hay en nuestros corazones, lamentarse o llorar, abre nuestros corazones. Las lágrimas limpian el aire y dejan espacio para que la alegría vuelva a entrar.
El salmista lo expresó así: El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha.
Oremos: Dios amoroso y misericordioso, concédenos el valor para compartir lo más profundo de nuestros corazones. Utiliza incluso nuestras lágrimas para purificarnos. Llénanos este día con tu Espíritu y ayúdanos a comenzar de nuevo, en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!