El Poder de la Aceptación
En uno de sus sermones, el Reverendo King Duncan cuenta la historia de un psicólogo infantil y un niño que fue llevado a verlo. El niño había sido etiquetado como “incorregible”. Él estaba de mal humor, y al principio ni siquiera hablaba con el psicólogo. Su propio padre dijo: “Este es el único niño que he visto que no tiene un solo rasgo agradable, ni uno solo.”
Siendo sabio, el psicólogo se dio cuenta de que este era su punto de partida. Él comenzó a buscar algo al niño que le guste hacer, y encontró varios. Al niño le gustaba tallar y lo hacía bien. En casa había tallado los muebles y había sido castigado por ello. El psicólogo le compró un juego de herramientas para tallar, un juego de cuchillos de tallado, y un poco de madera blanda. Él tampoco retuvo su aprobación. “Sabes, Jimmy,” él dijo, “puedes tallar las cosas mejor que nadie que haya conocido.”
El psicólogo pronto encontró otras cosas que contaban con la aprobación del niño, y un día Jimmy sorprendió a todos limpiando su propia habitación sin que se lo pidieran. Cuando el psicólogo le preguntó por qué lo había hecho, Jimmy respondió: “Pensé que era algo que te agradaría.”
Duncan hizo el astuto comentario que: “La aceptación cambia vidas. Tú y yo lo hemos visto suceder en otras situaciones con adultos y jóvenes. Esta es la fuerza de grupos como Alcohólicos Anónimos y otros grupos de apoyo. Cuando las personas se sienten aceptadas, encuentran el poder de cambiar.”
Este fue una gran pieza del ministerio de Jesús. Él aceptó a las personas tal como eran y cambió sus vidas. Él todavía acepta y ama a las personas tal como son – personas como tú y personas como yo. Y, nos llama a amar y aceptar a los demás. Al hacerlo, nosotros también cambiamos vidas.
Oremos: Dios misericordioso, gracias por tu amor incondicional y tu gracia. Oramos hoy por aquellos que se sienten sin fuerzas o desanimados, cansados o deprimidos, marginados o etiquetados. Alzamos a nuestras hermanas y hermanos que luchan con la autoaceptación o la autoconfianza. Oramos por todos aquellos que te sirven pero que se preguntan si pueden reunir más fuerza o energía para seguir de la misma forma el siguiente día. Hoy, recuerda a cada uno de nosotros nuevamente que somos tus hijos – aceptados, perdonados y amados; a través de Jesucristo. Amén.
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