El Dios de las Segundas Oportunidades
Hace algún tiempo, el Reverendo King Duncan contó una historia sobre un hombre de nombre Jim Reid. Jim se mudó a Florida para trabajar para Walt Disney World, después de su inauguración a principios de la década de 1970. Él rápidamente aprendió a bucear como un pasatiempo, y en su tiempo libre comenzó a bucear hacia viejos barcos hundidos, buscando tesoros escondidos.
Un día, se puso su equipo y se zambulló en uno de los lagos en un campo de golf local. Para su sorpresa, él encontró cientos de bolas de golf en ese pequeño lago. Cuando Jim les contó a los profesionales locales de su descubrimiento, los administradores del campo de golf le ofrecieron diez centavos por bola de golf sin importar la cantidad que pudiera recuperar. Resulta que Jim descubrió que podía ganar casi tanto en un día como toda la semana en su otro trabajo con Disney.
Surgió un nuevo negocio y Reid fue reconocido como “el rey de las bolas de golf usadas en Florida.” ¡El llamó al negocio “Segunda Oportunidad”, y finalmente lo vendió en 1994 por $5.1 millones!
Duncan señaló que Jim Reid no es el único que se especializa en encontrar lo perdido y a lo que se pensó que era irrecuperable. Dios es el buscador final de lo que otros han marcado como irredimible. Lo que Dios encuentra no son bolas de golf perdidas sino personas perdidas.
Y es verdad. Una y otra vez, cuando nos desviamos del rumbo, cuando perdemos el objetivo, Dios nos busca, intenta acercarnos a él y nos ofrece otra oportunidad. ¡Gracias a Dios!
Oremos: Amado Dios, gracias por las segundas oportunidades. Gracias por no renunciar a nosotros. Ayúdanos a nunca renunciar a ti. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!