El Cielo en la Tierra
El autor Saul Bellow escribió una vez sobre un Rabino que vivía en una pequeña ciudad en Rusia. Todos los viernes, por la mañana, el Rabino desaparecía por varias horas. Las personas de su congregación les gustaban decir a otras personas que, durante su ausencia de ellos, su Rabino iba al cielo y hablaba con Dios. Cuando un extraño se mudó a la ciudad y escuchó esta explicación de la partida semanal del Rabino, él no estaba convencido. Entonces, él decidió averiguar qué estaba pasando realmente.
El próximo viernes por la mañana, él se escondió cerca de la casa del Rabino. Como de costumbre, el Rabino se levantó y dijo sus oraciones. Pero a diferencia de otras mañanas de la semana, él procedió a vestirse con ropa de campesino. Él agarró un hacha y se fue al bosque a cortar leña. Con el hombre mirando desde lejos, el Rabino llevó la madera a una choza en las afueras del pueblo, donde vivían una anciana y su hijo. Les dejó la leña, suficiente para una semana, y luego se regresó silenciosamente a casa.
Después de ver lo que hizo el Rabino, el extraño decidió quedarse en la aldea y unirse a la congregación. A partir de ese momento, cada vez que escuchaba a uno de los aldeanos decir: “Los Viernes por la mañana nuestro Rabino asciende hasta el cielo,” el recién llegado silenciosamente agrega: “Sí, al cielo – si no más alto.”
Jesús dijo: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos…lo hicieron por mí.” En cierto sentido, cuando nos preocupamos por los más necesitados, él promete estar presente allí mismo en ese preciso momento.
Esta semana, intenta hacer algo generoso para alguien que sabes que lo necesita. Y, trata de que ni ellos – ni nadie más – descubra que fuiste tú quien lo hizo. Cuando lo hagas, confío en que encuentres la presencia del Señor Resucitado. Y como el Rabino en la historia, confío en que tú también experimentes un anticipo del cielo.
Oremos: Ven Señor Jesús, rodéanos con tu paz. Levanta de nuestros corazones cualquier carga o ansiedad que podamos estar cargando, y restáuranos de nuevo con el gozo de tu salvación. Entonces, Amado Dios, que podamos experimentar tu presencia a medida que ayudamos a los demás. Ayúdanos a perdonar tal y como hemos sido perdonados, a amar tal y como hemos sido amados, y a dar tal y como hemos recibido.