Disipando la Oscuridad y Cambiando Corazones
Hace varios años, había una historia en las noticias sobre dos hombres que vivían en Lincoln, Nebraska.
Uno de ellos, un hombre de nombre Larry Trapp, estaba confinado a una silla de ruedas, y había sido diagnosticado con una enfermedad mortal. Larry también estaba confinado – no solo a la enfermedad – sino por un odio paralizante. Él era un Gran Dragón en el Ku Klux Klan de Nebraska y más recientemente él había estado dirigiendo su odio hacia un intérprete Judío de nombre Michael Weisser. Larry hostigó a Michael con amenazas telefónicas y un aluvión de correos de odio – con el objetivo de tratar de sacarlo de la comunidad. Michael decidió enfrentarse a su torturador, y con gran valor, levantó el teléfono y llamó a Larry.
“Simplemente seguí dejando mensajes en su máquina de contestar,” dice Michael, “hasta que finalmente un día, Larry Trapp, en un ataque de ira, contestó el teléfono. “¿Qué es lo que quieres?” Él dijo. “¡Me estas acosando! Mis teléfonos están intervenidos.”
“Estaba realmente tranquilo y calmado” dijo Michael. “Le dije que sabía que le costaba moverse mucho y pensaba que podrías necesitar ayuda para ir al supermercado.” Trapp guardó silencio completo, y toda la ira desapareció de su voz, y él dijo: “Tengo eso resuelto, pero gracias por preguntar.”
El poderoso final de la historia es que los dos hombres finalmente se hicieron amigos. El Sr. Weisser y su esposa, tendrían a Larry, el ex Gran Dragón en el KKK, como invitado para cenar. ¡Increíble! Eventualmente, Larry decidió dedicar el tiempo que le quedaba para liberar a otros del poder destructivo del odio y el fanatismo.
Qué hermosa historia. Cuando respondemos con amor al odio, el amor siempre gana.
Oremos: Dios Misericordioso, te agradecemos por la valentía de Michael Weisser y por su ejemplo para nosotros. Con tanta ira y odio en el mundo que nos rodea, ayúdanos a ser instrumentos de tu gracia y amor. Y al hacerlo, que podamos disipar la oscuridad y cambiar los corazones. Oramos hoy en el nombre de Aquel que vino como la Luz del mundo. Amén.
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