Dios Mira en el Corazón
Una pequeña niña estaba sentada en el regazo de su abuelo mientras le leía un cuento antes de dormir. De vez en cuando, la niña quitaba los ojos del libro y tocaba la arrugada mejilla de su abuelo. Ella acariciaba, alternadamente, su propia mejilla y luego la de su abuelo otra vez. Finalmente, ella habló, “Abuelo, ¿te hizo Dios?” “Si, cariño,” respondió. “Dios me hizo hace mucho tiempo. Dios te hizo hace poco.” Acariciando sus respectivas caras otra vez, ella dijo, “Dios está mejorando, ¿verdad?
La broma es divertida, pero no es cierta. Es graciosa porque encaja con nuestra cultura. Si, Dios hizo a la pequeña niña. Y Dios también hizo al abuelo. Pero la broma no es cierta porque el ser joven no es mejor. Dios nos creó para que podamos ser una pequeña niña o niño; pero no fuimos creados para vernos de esa forma para siempre.
El Pastor Presbiteriano Gilbert Bowen una vez dijo: “Creo que necesitamos una nueva forma de ver. Necesitamos aprender a vernos unos a otros y a nosotros mismos con los ojos de Dios. Necesitamos aprender a escuchar y sentir el alma bajo la piel, la belleza y la fuerza interior. Necesitamos vernos el uno al otro con ojos pacientes y suficientemente perceptivos para ver la decoración del alma.”
En el Primer Libro de Samuel 16:7 se lee: “La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.”
Deseo que puedas aprender a verte a ti mismo y a otros con los ojos de Dios.
Oremos: Te damos gracias, Oh Dios, de que tu amor por nosotros es más que superficial. Te agradecemos que hayas creado a cada uno de nosotros a tu propia imagen – y que ames tu creación. Oro por todos aquellos que el día de hoy luchan con el envejecimiento o con su propia imagen. Recuérdanos, Señor que lo que vemos en la superficie no es completo. Derrama sobre nosotros tu gracia y danos ojos para ver lo que debería ser debajo de nuestra piel y la belleza y la fuerza por dentro. Amén.
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