Dios es Paciente
En la Segunda Carta de Pedro 3:8-13, leemos: “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia…” Y luego, “Pero según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva.”
Últimamente he estado pensando mucho en nuestra cultura y en cómo queremos que las cosas sean cada vez más rápidas. ¡Queremos lo que queremos cuando lo queremos! Y cuando no lo conseguimos, cuando no se cumplen nuestras expectativas, nos frustramos. Nos impacientamos.
Lo que está en juego, si no tenemos cuidado, es que nos volvamos impacientes con nuestros hijos, impacientes entre nosotros e impacientes con nosotros mismos. Nuestros niveles de estrés aumentan y nuestro bienestar y sentido de paz con el mundo que nos rodea se deteriora.
Recuerdo estar en una clase de Escuela Dominical, hace algún tiempo, y estábamos hablando de la paciencia. Uno de mis amigos dijo: “Sé en mi propia vida, que tengo que recordarme continuamente que el tiempo que tengo aquí en la tierra es un regalo de Dios. Y las interrupciones, los retrasos, e incluso los desafíos mismos pueden ser un regalo. Tal vez hay algo que se supone que debo aprender, experimentar o escuchar. Tal vez hay algo que se supone que debo de recibir.” Él continuó diciendo: “Yo pienso en cómo cuando estoy tarde para ir al trabajo y mi hija me tira de la camisa y yo estoy tratando de salir por la puerta y ella quiere ayuda para atarse los zapatos. Es un recordatorio para mirarla a los ojos una vez más y decirle que la amo.”
En la Biblia, las imágenes para el crecimiento espiritual son cosas como semillas, plantas y árboles – cosas que requieren tiempo y energía para cultivar. El Salmo 1 dice que los justos son como un árbol plantado junto a las aguas – que tarda años en crecer poderoso y fuerte. Jesús habló de la parábola del sembrador y la semilla de mostaza. No hay promesas, en ninguna parte, de arreglos de la noche a la mañana, de gratificación instantánea, de resultados instantáneos.
La verdad es que sabemos que algunas de las mejoras cosas de la vida toman tiempo para desarrollarse y cultivarse. La gratificación instantánea no conduce, en última instancia, a una profunda alegría.
En esta temporada de Adviento, los invito a unirse a mí para cultivar un poco de paciencia. Que podamos ver las circunstancias de nuestra vida como oportunidades para profundizar y hacer crecer nuestra fe.
Oremos: Dios de la Esperanza, hoy te damos gracias por tu paciencia con nosotros. Y oramos por paciencia incluso para nosotros mismos. En esta temporada frenética de tiendas, regalos y fiestas, recuérdanos nuevamente lo que es bueno y hermoso dentro de esta temporada. Haz que disminuyamos la velocidad para notar, incluso mientras nos preparamos para celebrar el regalo del Niño Jesús. Es en su nombre que oramos. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!