Dichoso Aquel…
En el Salmo 32 leemos:
Dichoso aquel
A quien se le perdonan sus transgresiones
A quien se le borran sus pecados.
El Apóstol Pablo cita estos mismos versículos en el libro de Romanos. También se dice que San Agustín tenía estas palabras escritas sobre su cama, de modo que cuando despertara esto sería lo primero que leería.
A veces terminamos llevando nuestros errores, nuestras deficiencias, nuestros fracasos con nosotros en la vida. Lo mantenemos adentro. Los cubrimos y nos comen vivos.
El Salmo termina con estas palabras:
¡Alégrense, ustedes los justos;
Regocíjense en el señor!
¡Canten todos ustedes, los rectos de corazón!
Todos queremos estar en un lugar saludable en la vida, donde podamos experimentar alegría. Queremos ser bendecidos, felices y capaces de regocijarnos.
El Salmo continúa:
Mientras guardé silencio,
Mis huesos se fueron consumiendo…
Pero te confesé mi pecado,
Y no te oculté mi maldad.
Me dije: “Voy a confesar
Mis transgresiones al Señor.”
Y tú perdonaste mi maldad y pecado.
Amigos, esa es la buena noticia. Cuando nos abrimos y nombramos nuestro pecado, nuestro quebrantamiento a Dios, Dios escucha y perdona. La seguridad de nuestra fe es que Dios es misericordioso, amoroso y clemente. Puede haber un nuevo comienzo. Puede haber redención. Incluso ahora.
Oremos: Dios de la Gracia, reconocemos que no somos perfectos. No tenemos todo resuelto. Hay cosas que hemos dicho, cosas que hemos hecho. Dios tú sabes. Tú conoces nuestros corazones. Queremos ser purificados – queremos ser sanados. Escucha de nuevo las confesiones de nuestros corazones. Incluso mientras los ponemos en tus manos, derrama sobre nosotros tu gracia. Danos una sensación abrumadora de paz. Ahora Señor, ayúdanos a comenzar de nuevo hoy. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!