Desbloquear la Plenitud de la Vida
Tengo una amiga que ha luchado contra la depresión a lo largo de los años y ella me dijo que todos los días, sin falta, escribe en su diario de gratitud. Todos los días, sin falta, enumera 10 cosas por las que está agradecida. No cosas genéricas – no solo: Oh, estoy agradecida por los amigos y la familia, sino mucho más específico:
Estoy agradecida por el olor del café recién hecho a primera hora de la mañana; la sombra y la luz del sol reflejándose en los árboles al final de la tarde; el perro acurrucado en su cama junto al fuego; la llamada telefónica de mi hija y su espontánea sonrisa; la tranquila quietud de la respiración de mi nieto – profundamente dormido después de un día completo de juego.
Pienso en una pareja de ancianos que veo regularmente tomados de la mano en adoración. Un joven y un señor mayor caminando juntos para ayudar a combatir el hambre. El fuerte llanto de un bebé de tres meses, el bebé leyenda, sostenido en los brazos de una amiga que ahora es la madre adoptiva. Pienso en la oración de una nieta, pronunciada con tanta elocuencia junto a la cama de u abuela en el hospicio – y en la ternura del contacto entre ellos.
Mi amiga me dice que sin falta este ejercicio, nombrando solo diez cosas, la deja sintiéndose viva, esperanzada y lista para el día.
La autora Melody Beattie escribió una vez: “La gratitud abre la plenitud de la vida. Convierte lo que tenemos en suficiente y más…Puede convertir una comida en un festín, una casa en un hogar, un extraño en un amigo. La gratitud le da sentido a nuestro pasado, trae paz para el presente día y crea una visión para el mañana.”
Dicho todo esto, la gratitud es una disciplina que implica un esfuerzo consciente. Es una elección. Hoy, que puedas notar los regalos a tu alrededor como regalos. Que puedas reflexionar sobre la diferencia que Cristo ha hecho en tu vida, tu comunidad de fe, y tu propia fe. Que puedas dar gracias. Y que puedas responder con todo tu corazón.
Oremos: Al acercarnos a la Navidad, Oh Dios, recordamos el regalo de tu Hijo y tu amor incondicional por cada uno de nosotros. No tenemos que ir muy lejos para ver como abundan tus bendiciones. De hecho, te damos nuestro más profundo agradecimiento. Y en respuesta, te pedimos que utilices nuestras vidas, nuestras palabras y hechos para bendecir a los demás. Oramos en Cristo. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!