Decir que Sí y Decir que No
Ayer reflexioné sobre la historia de Adán y Eva. La verdad es que siempre habrá tentaciones, no sólo de hacer lo que sabemos que no debemos hacer, sino también de tomar más de lo que necesitamos o de intentar tenerlo todo.
No nos gusta los límites, ¿verdad? En nuestra cultura, a menudo nos dicen ¡puedes tenerlo todo! ¡puedes hacerlo todo! ¡puedes serlo todo!
¿Pero es eso cierto?
Incluso en un nivel muy superficial, sabemos que no lo es. Pienso en mi hija Cori que toca la guitarra. Ahora está en la universidad, pero recuerdo que decidió que quería aprenden a tocar dicho instrumento. Si hoy le pides que toque algo, puede tocar casi cualquier música. Ella fue a All-State tres veces para estudiar guitarra clásica en la escuela secundaria y ahora toca bluegrass (i.e. subgénero de la música country). Y casi parece injusto – ella hace que parezca muy fácil. Ella se divierte mucho con eso. Pero para que ella llegara allí, para aprender, ella tuvo que decir “no” a otras 100 cosas. Fueron necesarias horas y horas y horas de práctica. Pero ella dijo: Estoy diciendo sí a esto intencionalmente.
¿No es así como suele funcionar? ¿Decir sí a una cosa no implica decir no a otras?
Pienso que, si quiero dejar de estar ansioso y tener una sensación más profunda de paz y centrado, entonces no puedo llenar cada momento libre con citas o reuniones. Tengo que sacar tiempo para la oración, la lectura y la meditación. Si quiero un buen matrimonio, entonces no puedo salir con mis amigos al bar todos los fines de semana. Si quiero evitar que un legado de amargura infecte a mis hijos, entonces no puedo compartir todo lo que sé. Si quiero estar equilibrado, centrado y conocer a Dios en un nivel más profundo, entonces habrá cosas a las que tendré que decir no.
De lo que me he dado cuenta es que el “no” no es un fin en sí mismo, pero el “no” abre posibilidades de crecimiento, profundidad y compromiso.
Pensando en retrospectiva en la historia de Adán y Eva – si esta es una historia que no sólo sucedió – sino que sucede, hace surgir las preguntas: ¿Cómo puedo reconocer cuál es la tentación para mí hoy? En este mundo de abundancia, ¿Cuáles son los límites que dan vida? ¿Qué invito a mi vida y qué rechazo? ¿A qué le digo que sí? Y ¿A qué le digo que no?
Esas no siempre son preguntas fáciles de responder. Pero muchos han descubierto que un poco de reflexión y oración son de gran ayuda.
Oremos: Dios de Gracia, ayúdanos a ser el tipo de personas que viven vidas intencionales y reflexivas – para que podamos saber cuál es el siguiente paso correcto que debemos dar. Que podamos reconocer los límites de lo que es bueno, saludable y dador de vida. Que busquemos tu guía y sigamos tu ejemplo. En el nombre de Cristo. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!