Pasillo, Altar, Él
¿Has oído la historia de la novia que estaba muy nerviosa el día de su boda? Le confió al ministro de la iglesia que no estaba segura de poder caminar a lo largo del pasillo sin temblar ni llorar. Así que el ministro, un veterano de temporadas de bodas, le dio un consejo. “Cuando comiences a caminar,” él dijo, “recuerda esta fórmula de tres puntos: Primero, mira directamente hacia el pasillo; segundo, cuando llegas a la mitad del pasillo mira directamente al altar; y tercero; cuando te acerques en frente de la congregación, mira directamente a tu novio: Primero el pasillo, luego el altar, y luego él. Creo que esto ayudará a aliviar tu nerviosismo.” La novia temblorosa aceptó intentar su consejo. Y funcionó maravillosamente. Caminó con un resplandor radiante en su rostro, con equilibrio y confianza en su paso, sin ningún signo de nerviosismo. Sin embargo, hubo un pequeño problema. Imagínense la sorpresa de la congregación mientras la escuchaban repitiendo rítmicamente tres palabras una y otra vez durante su camino nupcial: “Pasillo, altar, él.”
“¡Pasillo, altar, él!” Bueno, la verdad es que la mayoría de las novias no tienen mucha suerte en hacer cambiar a sus esposos. Pero la buena noticia de la fe Cristiana es que ¡Dios nos puede cambiar! Dios nos puede modificar. Dios puede redimirnos. Dios puede cambiar nuestras vidas. De hecho, el cambio que Dios puede traer en nuestros corazones es tan asombroso que cuando Jesús habló sobre ello y lo describió utilizó un lenguaje dramático. Él habló de “nuevo nacimiento” acerca de “nueva vida,” acerca de “nuevos comienzos,” sobre renacer nuevamente. Él dijo: “De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3) Amigos de Dial Hope (Digita Esperanza), esta es la buena nueva, el ¡Ta-rán! del día de hoy. ¡Créelo y reclámalo!
Oremos: Dios de amor, ¡Cuan Grande Eres! Te damos las gracias por la buena nueva de que podemos crecer y cambiar; podemos ascender a planos superiores de vida personal; hay esperanza en medio de nuestra desesperación; hay alegría a pesar de la tristeza. Ahora llénanos con el resplandor de este día para que tu amor fluya a través de nosotros, trayendo luz y vida a un mundo que a menudo camina en sombras y muerte. Por medio del Cristo resucitado, oramos. Amén.
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