¿Cuándo Llegaremos a Aprender?

¿Cuándo Llegaremos a Aprender?

Existe una oración extraña en uno de los Salmos: “Me pondré una mordaza en la boca”. (Salmo 39:1b). Estas son las palabras de un hombre muy tentado a difundir la tristeza, la desesperación y el desaliento. Sin embargo, se mantuvo a raya, sabiendo que había suficiente pesimismo alrededor, que debía reunir el valor de aquellos que se sentían desmotivados y excluidos. Ese es un buen consejo. El mundo anhela palabras de seguridad y de aliento. ¿Cuándo llegaremos a aprender? Las personas no quieren que los desanimes; están gritando para ser motivados. La elección es nuestra; podemos alentar o desalentar. ¿No es triste que muchas personas piensen que están divinamente ordenados para señalar las cosas malas, nos muestran todos los problemas, subrayan todo lo negativo? ¿No es trágico que algunos elijan ser esparcidores de tristeza en lugar de animadores? Es mucho más gratificante animar a las personas que desalentarlas. Cada uno de nosotros tiene el poder de hacer que otros se sientan mejor o peor. Y, al hacer que otros se sientan bien generalmente nos hace sentir mejor.

Una de las grandes personalidades de la iglesia primitiva era Bernabé, que significa “hijo de la consolación.” Él era un consolador. Él se identificó en el verso: “Por eso, anímense y edifíquense unos a otros” (1 Tesalonicenses 5:11). En pocas palabras, tenemos que ser personas que escuchan, que se preocupan, quienes afirman, que ayudan y se apoyan mutuamente. La elección es nuestra. Podemos animar o desalentar.

Oremos: Dios de Amor, perdónanos por marchar al ritmo de bateristas que no son como tú. Que nos decidamos hoy recuperar nuestras vidas con tu plan y propósitos. Transforma nuestra tristeza, desespero, desaliento y espíritu negativo/mezquino en ánimos y afirmación positiva. Recuérdanos de chismear el Evangelio de las buenas nuevas, de la alegría y esperanza debido a Jesucristo. Ahora que Dios te sorprenda con gracia en al menos tres o cuatro lugares donde nunca pensaste buscarlo. En el nombre de Jesús. Amén.

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Dios Obra a través de Nosotros

Dios Obra a través de Nosotros

Carveth Mitchell cuenta una historia sobre dos mujeres que estaban sentadas en la iglesia. Una mujer le dijo a la otra: “Siempre he deseado que Dios me toque, pero supongo que es demasiado pedir.” La otra mujer respondió: “Eso suena como un deseo razonable. ¿Has orado al respecto?” “Bueno, no. Por supuesto que no.” “¿Por qué no? Ciertamente no hay nada de malo en una oración como esa. Deberías orar por ello.” “Está bien. Quizás lo haga en algún momento.” “No en algún momento. Ahora. ¿Qué mejor lugar para orar que aquí en la casa del Señor?”

Ya convencida, la mujer cruzó las manos a regañadientes, inclinó la cabeza y cerró los ojos en oración, pidiendo que Dios la tocara. Unos diez segundos después la otra mujer colocó suavemente su mano sobre las manos de la amiga en oración. Ella respondió como la mayoría de nosotros haría. Ella saltó y dijo: “¡Él lo hizo! Me tocó.” Luego, después de pensarlo un momento dijo: “Pero eso se sintió muchísimo como tu mano.” Pero, “era mi mano,” respondió su amiga. La decepción estaba en la cara de la otra amiga. “Y yo que pensé que Dios me había tocado”. “Él te tocó. ¿Cómo crees que Dios toca a la gente? ¿Qué él baja como una manta de niebla o una columna de fuego? Cuando Dios toca a las personas, él utiliza las manos más cercanas y las emplea.”

Hace mucho tiempo en los años 1500´s, la mística Cristiana Teresa Ávila lo expone de la siguiente forma:
Cristo no tiene cuerpo solamente el tuyo,
No tiene manos, ni pies en la tierra solamente tiene los tuyos,
Tuyos son los ojos con los que mira con compasión este mundo,

Tuyos son los pies con los cuales camina para hacer el bien,
Tuyas son las manos con las cuales bendice a todo el mundo.
Tuyas son las manos, tuyas son los pies,
Tuyas son los ojos, tú eres su cuerpo.
Cristo no tiene cuerpo ahora, solamente el tuyo,
No tiene manos, ni pies en la tierra solamente tiene los tuyos,
Tuyos son los ojos con los que mira con compasión este mundo.

Cristo no tiene cuerpo ahora, solamente el tuyo.

Oremos: Hoy, Dios de Gracia, que estemos disponibles para ti: nuestras manos, nuestros pies, nuestros ojos. Utilízanos para tocar y bendecir a los más necesitados. Lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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Somos Ángeles Unos a los Otros

Somos Ángeles Unos a los Otros

Hace un par de años, cuando estaba en educación continua, una pareja de jóvenes sin hogar se detuvo en el estacionamiento de nuestra iglesia, un miércoles por la noche. Uno de nuestros miembros acababa de llegar para nuestra cena semanal, y ella se dio cuenta de que parecía que la pareja estaba angustiada. Ellos tenían a tres hijos, todos menores de tres años. El padre estaba en el asiento de atrás del automóvil mezclando un biberón para el bebé, por lo que ella los invitó a entrar a la iglesia y cenar. Él le dijo que los niños no tenían ropa y que su esposa no tenía zapatos.

Fue una situación terrible y triste. Pero los miembros de nuestra congregación se acercaron y atendieron a la pareja. Ellos escucharon su historia. Ellos rápidamente les proporcionaron cenas y les entregaron comida enlatada. Alguien realizó una llamada y les consiguió un espacio seguro en un refugio familiar local.

Nuestra iglesia no está en un entorno urbano, y me pregunto cómo llegaron aquí. Si hubiera sido cualquier otra noche, nadie habría estado ahí. Pero tal y como era, habían llegado en un buen momento; y me enorgullece decir que nuestra congregación estuvo a la altura de las circunstancias. Todo esto me recuerda que nunca se sabe a quién Dios traerá a tu vida en un momento determinado. Nunca se sabe cómo Dios podría utilizarlo para atender a los demás. Y, tampoco se sabe cuándo podrían estar allí para atenderte.

Oremos: Señor Jesucristo, recordamos que a menudo vienes disfrazado de un extraño: Los perdidos, los que sufren, los hambrientos, los desamparados. Mantennos abiertos, Oh Dios, para oportunidades para servir a los demás y, al servirles, servirte a ti. Oramos especialmente hoy por aquellos que están sufriendo. Acerca a las personas correctas, en el momento adecuado, a sus vidas para darles la fuerza y los recursos que necesitan para continuar. En tu nombre, oramos. Amén.

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Todos Necesitamos a Otras Personas

Todos Necesitamos a Otras Personas

Había una caricatura que vi hace mucho tiempo que representaba a un gran director ejecutivo sentado detrás de su enorme escritorio en una enorme silla de cuero. De pie, dócilmente, frente a su escritorio hay un hombre con ropa de trabajo, obviamente un humilde empleado de la corporación. El trabajador le dijo al jefe: “Si te sirve de consuelo, también es bien solitario en la parte inferior.”

Mi madre solía decir: “Todo el mundo está un poco solo.” Yo creo que ella dijo eso para recordarme que todos necesitamos a otras personas. Nadie es verdaderamente una isla en sí mismo. También me recuerda que pequeños gestos de amabilidad, un oído atento a escuchar, palabras de aliento son muy a menudo muy apreciada por los demás. Me pregunto a quién podrías conocer quien podría estar un poco solos. ¿Hay alguien a quien puedas contactar hoy?

Oremos: Dios de la gracia, concédenos ojos para ver la necesidad que nos rodea. Concédenos corazones que se rompan ante cosas que rompen el corazón. Y luego, amado Dios, danos el valor para ayudar y hacer la diferencia. Mientras lo hacemos, que podamos notar que nuestros propios espíritus son sanados, alimentados y renovados. Amén.

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El Reino de los Cielos está Entre Ustedes

El Reino de los Cielos está Entre Ustedes

Hay una vieja leyenda sobre un herrero cuyo tiempo en la tierra estaba llegando a su fin. Dios envió un ángel al herrero para llevarlo al cielo, pero para sorpresa del ángel, el herrero se negó a ir. Él no quería dar la impresión de estar desagradecido y esperaba tener un lugar en el reino de Dios, pero el preguntó: ¿Puedo posponerlo por un tiempo? Él razonó con el ángel que él era el único herrero en el pueblo. Era la temporada en que todos sus vecinos comenzaban a sembrar en primavera, y él ciertamente sería requerido. Dios escuchó el caso del hombre y estuvo de acuerdo.

Después de la cosecha, el ángel regresó para llevar al herrero al cielo. Pero nuevamente el herrero pidió que se pospusiera su regreso a Dios. “Tengo un vecino que está muy enfermo y necesita ayuda. Por favor dile a Dios: “Gracias por tus bendiciones, pero por favor, ven por mí más tarde.” Entonces el ángel se fue. La situación continuó durante algún tiempo. Cada vez que el ángel venía a traer al herrero fiel al cielo, el herrero movía la cabeza y le explicaba al ángel que todavía lo necesitaba alguien en la tierra.

Finalmente llegó el día en que el herrero estaba muy viejo y cansado. El ángel apareció, y el hombre dijo: “Si todavía quieres llevarme a casa, yo estoy listo para vivir siempre en el reino de Dios.” El ángel le sonrió al herrero: “¿Dónde crees que has estado durante todos estos años?”

Yo creo que esto es lo que Jesús quiso decir cuando les dijo a sus discípulos: “Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes.” Ellos habían estado en sus propias comunidades enseñando, sanando, amando y dando. Cuando servimos a otros, el reino de Dios está cerca. ¡Y de hecho, abundan las bendiciones!

Oremos: Dios Todopoderoso y Eterno, te agradecemos por tu presencia y tu reinado entre nosotros. Continúa sintonizando nuestros corazones a tu corazón. Por la forma en que vivimos, por la forma en que hablamos, por la forma en que amamos y damos, que podamos unirnos a tu reino obrando en la tierra. Amén.

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Que Puedas Alcanzar un Corazón de Sabiduría

Que Puedas Alcanzar un Corazón de Sabiduría

Hoy quiero agradecer especialmente a aquellos de ustedes que han apoyado a la Fundación Dial Hope (Digita Esperanza) con una donación financiera. ¡Tus donaciones hacen posible este ministerio!

Erma Bombeck, la autora que escribió el libro “If Life Is  A Bowl Of Cherries, What Am I Doing Here in The Pits” (Si la Vida Fuese un Tazón de Cerezas, Qué Estoy Haciendo Aquí en las Fosas), una vez escribió sobre dos momentos en la vida de su esposo: Hubo un momento en que los niños crecían y el esposo iba a vigilarlos en el patio trasero. Examinando las zonas de barro en donde debería haber césped, él se preguntaba: “¿Volverá a crecer alguna vez el césped?” Y luego hubo un momento en que los niños ya habían crecido y se habían ido y su esposo fue y miró el hermoso césped verde, inmaculado por la falta de uso y se preguntó: “¿Volverán los niños alguna vez?”

Qué recordatorio tan poderoso de que no tenemos la eternidad. La vida sigue adelante. Las cosas cambian. Como padre de tres niñas, debo recordar de disfrutar cada momento aquí y ahora, tal como es, porque es fugaz.

El Salmista una vez oró: “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.” (Salmo 90:12). Yo creo que esto significa, al menos en parte, que cuando recordemos que la vida es corta, somos propensos a pasar nuestro tiempo de manera que aporten sentido y esperanza a nosotros mismos y a los demás. Y, es más probable que valoremos y cuidemos a nuestros seres más queridos. Que así sea.

Oremos: Dios de la Esperanza, mientras reflexionamos sobre los cambios en nuestras vidas, las personas que amamos que han venido y se han ido, y sobre los que están con nosotros hoy, te damos las gracias. Ayúdanos a valorar nuestro tiempo con ellos.

En la vida y en la muerte te pertenecemos. Concédenos el valor de confiar en ti tan completamente para que podamos ser libres de vivir la vida al máximo. Hay tanto que no sabemos. Pero, sabemos que tuyo es el futuro y que nos sostienes a nosotros. Amén.

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Ir a la Ciudad a Predicar

Ir a la Ciudad a Predicar

Según el libro, Vida de San Francisco de Asís, San Francisco una vez invitó a un joven monje a unirse a él en un viaje a la ciudad para predicar. Honrado de haber recibido la invitación, el monje aceptó rápidamente. Durante todo el día, él y San Francisco caminaron por las calles, desvíos, callejones e incluso hasta los suburbios. Estaban entre cientos de personas. Al final del día, los dos volvieron a casa. Ni una sola vez San Francisco de Asís se había dirigido a la multitud. Muy decepcionado, su joven compañero dijo: “Yo pensé que iríamos a la ciudad a predicar.” San Francisco de Asís respondió: “Hijo mío, hemos predicado. Fuimos vistos por muchos y nos observaron de cerca. Es inútil caminar a cualquier parte para predicar a menos que prediquemos por todas partes mientras caminamos.” Y es tan cierto que nuestras acciones cotidianas dicen mucho de lo que creemos. Oídos atentos, corazones generosos y espíritus indulgentes proclaman las buenas noticias de maneras que las palabras nunca podrán.

La oración de San Francisco de Asís es una que continúa tocando mi vida. Es un recordatorio constante para mí de que la fe y la esperanza son palabras centradas en las acciones. Cuanto más los utilizamos y los ponemos en práctica, más fuertes se vuelven.

Oremos: Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, déjame sembrar amor;
donde haya dolor, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya oscuridad, luz;
y donde haya tristeza, felicidad.

Oh Divino Maestro, concédeme que no busque tanto
ser consolado como consolar,
ser entendido como entender,
ser amado como amar.
Pues es dando como recibimos,
Es perdonando como somos perdonados,
Y es muriendo como nacemos en Vida Eterna. Amén.

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Compasión Amorosa

Compasión Amorosa

Un gran predicador Británico, de hace una generación, contó la historia de una joven sirvienta que no tenía educación formal, pero que era profundamente espiritual. Tenía un fuerte sentido de compasión, una preocupación por los demás. Cuando el ministro de la iglesia la visitó un día y le preguntó cómo pasaba sus días, ella dijo: “Mi trabajo es muy exigente y no tengo mucho tiempo libre, así que no puedo servir a la iglesia tanto como quisiera. Pero he llegado a un plan que me permitirá hacer lo que pueda,” “¿Qué plan es ese?” pregunto el ministro. Ella respondió: “Bueno, siempre llevo el periódico, todos los días, a la cama conmigo por la noche.” Estaba perplejo. “Dime sobre eso. Yo no entiendo.” “Bueno,” ella dijo, “leo las páginas con los avisos de nacimientos, y oro por los bebés que han nacido; luego leo los matrimonios y oro para que sean felices y fieles; y luego leo los obituarios, y oro para que el consuelo de Dios pueda llegar a esos hogares afligidos.”

Dicha joven no estaba lejos del Reino. ¿Por qué? Porque ella había descubierto el espíritu de la compasión amorosa. Compasión amorosa – Jesús lo llamó el signo más significativo del discipulado. En el Evangelio de Juan, él lo dijo de esta forma: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben de amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos…” (Juan 13:34-35) Tan hábil como una aguja magnética que apunta hacia el norte, de igual forma el corazón de Jesús inmediatamente se centra en la persona más necesitada en la multitud.

El poeta lo expresó de la siguiente forma:
El amor en tu corazón no se pone allí para quedarse;
El amor es amor hasta que lo regales.

Oremos: Dios de amor, tú que tienes el mundo entero en tus manos, proclamamos ser una nación bajo tu guía, y que tú eres Aquel en quien confiamos. Estamos conscientes que nos has llamado a que te amemos y a que nos amemos los unos a los otros, y oramos para que nos recuerdes de nuevo dicho amor, para que pueda ser amor tiene que ser expresado en acciones. Concédenos corazones de compasión amorosa. En el nombre de Jesús. Amén.

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Cómo Mantenerse Despierto en la Iglesia

Cómo Mantenerse Despierto en la Iglesia

Ayer, compartí con ustedes un extracto del “Manual Presbiteriano.” Dicho libro tiene todo lo que se necesite para saber sobre ser presbiteriano en un formato corto y a menudo humorístico. Gran parte se aplica a la fe Cristina en general. Incluso hay una sección muy divertida sobre “Cómo permanecer (despierto) en la iglesia.” Déjenme compartir con ustedes los seis mejores:

1: Duerme lo suficiente. El sábado por la noche es el peor enemigo del domingo por la mañana. Resuelve descansar temprano.

2: Llegue temprano a la iglesia y encuentre el lugar en donde se sirve el café.

3: Concéntrate en tu postura. Siéntate derecho con los pies plantados firmemente en el piso. Evita encorvarse ya que esto fomenta la somnolencia.

4: Beba mucha agua, aunque no demasiada. Es más fácil permanecer alerta cuando estás bien hidratado. Un pequeño receso para ir al baño se considera permisible. Dos o más son de mal gusto.

5: Manténgase alerta flexionando los grupos musculares en cierto patrón. Apretar los pies; flexiona los músculos de la pantorrilla, muslos, glúteos, abdomen, manos, brazos, pecho y hombros. Repetir. Evite agitarse, o balancearse u otros movimientos que atraigan atención indebida.

6: Si todo lo demás falla, ¡considera pellizcarte! Intenta no gritar.

Sucede, ¿Verdad que sí? ¿Sabías que, en el Libro de Hechos, una vez en que predicaba Pablo, un miembro de su congregación se durmió y cae por la ventana de un segundo piso? ¡Pablo baja para sanarlo, y luego sigue predicando!

Espero que esta lista te haya colocado una sonrisa en tu cara. Yo también espero que la adoración en tu iglesia sea vibrante y viva, y que llegues esperando encontrar la presencia del Dios vivo. Yo sé que cuando nos presentamos completamente alerta y presentes, Dios es glorificado y es más probable que seamos nutridos.

Oremos: Dios Santísimo, la mayoría de nosotros hemos tenido momentos en los que nos ha costado participar en la adoración. A veces nuestras mentes divagan y nuestros cuerpos se inquietan. Pero confiamos en que conoces nuestros corazones. Queremos honrarte. Queremos mostrar nuestro amor y gratitud. Queremos saber de ti, y queremos estar sanos y plenos.

Oro para que esta semana, nos prepares para encontrarte en adoración. Que podamos notar tu presencia en las canciones que cantemos, en las palabras que se expresan y las que no se expresan, en la belleza del santuario y en las personas con las que reunimos. Lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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Comunión Cotidiana

Comunión Cotidiana

En el Manual Presbiteriano, hay una sección titulada “Cómo Orar”. Este manual fue escrito con los nuevos creyentes en mente. Sin embargo, cuando lo leí, la simplicidad directa fue refrescante. Permítanme compartir:

“La oración es una comunicación íntima con Dios y puede ser utilizada antes de una comida, a la hora de dormir durante un servicio de adoración o en cualquier momento que surja la necesidad o la oportunidad. Las oraciones silenciosas y orales están bien y pueden utilizarse libremente durante el día. La oración también es tomar tiempo para escuchar lo que Dios nos está diciendo.”

Este pasaje continúa para recordarnos que, si bien no hay una postura oficial para la oración, en la Biblia las personas oraban de pie o sentadas. Algunos oraban acostados, a menudo incluso boca abajo. Otros prefieren orar de rodillas. Además, el manual nos recuerda que cuando oramos nuestro entorno es importante. Es posible que deseemos considerar encontrar un lugar tranquilo, o encender una candela.

El punto no escrito de todo esto es que la oración debe ser una parte central e importante de nuestras vidas. Dios desea estar en comunión contigo. Que puedas encontrar una manera todos los días para responder.

Nuestra oración de este día se atribuye a San Benito del siglo VI. Oremos:

Oh Dios misericordioso,

Oh Padre Santo y de gracia,
danos sabiduría para percibirte,
inteligencia para entenderte,
diligencia para buscarte,
paciencia para esperarte.

Concédenos, Oh Dios,
una mente para meditar en ti,
ojos para contemplarte,
un corazón para amarte,
y una vida para proclamarte,
por el poder del Espíritu de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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