Recuerdo haber oído hablar de cómo, hace tiempo atrás, Apple tuvo que emitir una advertencia de que su aplicación GPS de Rutas de Senderismo del Parque Nacional (GPS National Park Hiking Trails App) para I Phones tenía algunos fallos. En varios parques nacionales las rutas de acceso del sendero, los kilometrajes y las guías direccionales estaban completamente errados. Incluso ¡varios excursionistas se perdieron seriamente porque confiaron en la información descargada del sendero que estaba simplemente incorrecta!

Dependemos mucho de nuestra tecnología, ¿No es así? Por supuesto, esto plantea la pregunta: ¿En quién podemos confiar? Cuando se trata de orientación y dirección para nuestras vidas, es difícil saber cuándo confiar en políticos, directores ejecutivos corporativos, personalidades de televisión, atletas profesionales, medios de comunicación, advertencias gubernamentales o incluso la tecnología.

Hoy es el día de Todos los Santos. Es un día en el que recordamos que Dios nos ha dado un don en la comunión de los santos. Una de las cosas que quiero para mi propia vida, y especialmente para mis hijos, es una comunidad de fe. Quiero estar rodeado de personas que estén tratando de vivir una vida fiel y amorosa; personas que están en un camino probado y verdadero.

No es que las comunidades de fe siempre lo hagan bien, no es así. Pero sé que Dios está obrando allí. Y sé que siempre habrá personas entregadas, amorosa, compasivas y llenas de esperanza.

Oro por cada uno de ustedes, una comunidad de personas – personas con las que pueden buscar orientación, dirección y compartir el camino de la vida. En esta comunión de santos, que se establezca tu brújula, y que puedas encontrar una guía y una dirección clara para la vida.

Oremos: Hoy recordamos que estamos rodeados de tan gran nube de testigos. Recordamos y damos gracias por todos tus hijos – los que han respondido a tu llamado, aquellos que caminan contigo, los que sirvieron, los que amaron, los que proclamaron tus buenas nuevas con sus palabras, sus obras y sus propias vidas. Te damos gracias porque habiendo vivido esta vida con fe, ahora descansan eternamente contigo.

Al celebrar a los fieles, que seamos sostenidos por la promesa de la resurrección y la promesa de que mientras ahora vemos tenuemente en un espejo, un día nos veremos cara a cara, con todos los santos de todos los tiempos y lugares, a través de Jesucristo. Amén.

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El mensaje de hoy fue escrito por mi amigo Roger Kunkel, q.e.p.d.

Un predicador llamó la atención de su congregación, un domingo, cuando dijo: “Algunos de los días más felices de mi vida los pasé en los brazos de la esposa de otro hombre.” Después de una larga pause, agregó: “Mi Madre.” Un predicar más joven, después de escuchar eso, pensó que agregaría un poco de humor a su  mensaje, así que lo intentó también. “Algunos de los días más felices de mi vida los pasé en los brazos de la esposa de otro hombre,” él dijo a su congregación. Pero su mente de repente se quedó en blanco y no podía recordar la frase clave. Después de un momento de agonía – sabiendo que no podía simplemente detenerse allí – él empeoró las cosas al agregar: “Pero para salvar mi vida, no puedo recordar quien era.”

Las frases claves son muy importantes – en los chistes y en la vida. La forma en que concluimos las cosas a menudo determina el resultado por completo – independientemente de lo que se dijo o hizo al principio. Eso puede aplicarse igualmente bien a toda la vida. La forma en como empezaste es ahora historia antigua. ¡La forma en que concluyes es el verdadero asunto! En Filipenses 3:13-14, Pablo dijo: “…una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.”

Oremos: Dios amoroso, que incluso en el frío invierno del año es capaza de hacer verano en nuestros corazones, nosotros recordamos que puede existir una frialdad de espíritu tal y como puede existir una congelación de la tierra. Enséñanos a cuidar nuestras almas como lo hacemos con nuestro cuerpo: a ponernos el cálido chaleco de la oración; ponernos la bufanda del conocimiento y la reflexión; ponernos la túnica de bondad y dulzura; ponernos en los guantes de hacer por los demás, y las botas de compartir lo que tenemos. Entonces estaremos cálidos, protegidos de todo viento de desesperación e impaciencia y fortalecidos contra el frío de la soledad. Dios compasivo, tú eres nuestro bienestar y nuestro proveedor eterno. En el nombre de Jesús. Amén.

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Quizás recuerdes una historia sobre una niña de nombre Sarah. Un día, la pequeña Sarah estaba acostada en una colina, en medio de un prado, en un cálido día de primavera. Las suaves nubes blancas pasaban y ella contemplaba sus figuras. Pronto comenzó a pensar en Dios.

“¿Dios? ¿Estás realmente allí?” Dijo Sarah en voz alta.

Para su asombro, una voz salió de las nubes. “Si, ¿Sarah? ¿Qué puedo hacer por ti?” Aprovechando la oportunidad, Sarah preguntó: “¿Dios? ¿Qué son un millón de años para ti?”

Sabiendo que Sarah no podía entender el concepto del infinito, Dios respondió de una manera a la que ella podía entender. “Un millón de años para mí, Sarah, es como un minuto.”

“Oh”, dijo Sarah. “Bueno, entonces ¿Qué son un millón de dólares para ti?” “Un Millón de dólares para mí, Sarah, son como un centavo.”

“¡Guau!” – exclamó Sarah, haciéndose una idea. “Eres tan generoso…¿puedo tener uno de tus centavos?”

Dios respondió: “¡Claro Sarah! Sólo espera un minuto.”

La historia es divertida. Y es un buen recordatorio de que el tiempo de Dios y nuestro tiempo no son uno en sí mismo. En nuestra cultura nos hemos acostumbrado a poder conseguir lo que queremos en el momento que lo queremos. Pero desde hace mucho tiempo me han recordado que las mejores cosas de la vida llevan tiempo y trabajo duro para desarrollarlo. Cosas como las relaciones significativas, habilidad en un oficio, y el carácter, no sólo suceden de la noche a la mañana. A veces me resulta útil retroceder y ver más allá, tanto en términos de crecimiento personal y en términos de nuestro ministerio aquí en la tierra.

El Arzobispo y Mártir del Siglo XX Oscar Romero escribió una vez:

Esto es de lo que somos:

Sembramos semillas que un día crecerán.

Regamos las semillas que ya están sembradas, sabiendo que tienen la promesa futura.

Establecemos cimientos que necesitarán una mayor construcción.

Proveemos levaduras que producen efectos más allá de nuestras capacidades.

No podemos hacer todo y

Hay una sensación de liberación al darse cuenta de ello.

Esto nos permite hacer algo, y hacerlo muy bien.

Pude estar incompleta,

Pero es un comienzo, un paso en el camino,

Una oportunidad para que la gracia de Dios entre y haga el resto.

Oremos: Amado Dios, ayúdanos a confiar en que estás obrando en nuestras vidas y en el mundo en este momento, y muéstranos las formas en que podamos participar en esta santa obra. Amén.

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El teólogo suizo Karl Bath escribió 13 volúmenes de la Dogmática Cristiana, entre sus muchas obras principales. No muchos años antes de su muerte, le preguntaron si podía resumir su teología. Él respondió usando las palabras de una canción muy querida por los niños, “Cristo me ama esto sí lo sé, porque la Biblia lo dice así.”

Es hermoso para mí que años de investigación, escritos y estudios pudieron llevarlo a una profunda pero simple fe. El día de hoy, cualquiera que sea tu estado de ánimo, lo que sea que estés pasando, cualquier preocupación, ansiedad o dudas que pudieses estar llevando contigo, espero que sepas, desde la parte más profunda de tu ser, que Cristo te ama.

Nuestra oración del día de hoy fue escrita por el Reverendo Roger Kunkel, q.e.p.d., fundador de los ministerios Dial Hope (Digita Esperanza). Oremos: Amado Dios, que nos cuidas en la inquietud de la noche y que nos abrazas cuando nos sentimos solos, indignos y desafortunados, enséñanos a vivir con el especial sentimiento de gracia abundante. Abre nuestros corazones para conocer tu amor transformador y redentor. Moldéanos en este momento en la imagen de tu Hijo Jesús, en cuyo nombre oramos. Amén.

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En uno de mis mensajes favoritos de Dial Hope (Digita Esperanza), el Reverendo Roger Kunkel, q.e.p.d., escribió sobre una de las transmisiones de fútbol americano del lunes por la noche. Hace varios años, los comentaristas estaban debatiendo sobre los grandes corredores de la historia profesional del futbol americano. Cuando hablaron sobre Walter Payton, q.e.p.d., de los Chicago Bears (Osos de Chicago), señalaron que él era el mejor corredor de campo en la Liga Nacional de Futbol Americano. Entonces Frank Giffor dijo, “¡Qué corredor! ¿Te das cuenta que en total Walter Payton obtuvo más de nueve millas de avance en su carrera? Solo imagínense eso – ¡más de nueve millas!” A lo que otro comentarista deportivo respondió: “¡Y pensar que cada 4.6 yardas del camino alguien lo estaba derribando!”

Bueno, ¿sabes qué? No sólo sucede en fútbol americano. Es cierto también en la vida. La pregunta no es si vamos a ser derribados. Vamos a estarlo. La pregunta es, “¿Cómo vamos a responder?”

En la Biblia, las personas fieles son derribadas muchas veces. Y encontramos que la comunidad de fe responde de dos maneras. Primero, expresan sus quejas a Dios. No pretenden que sea algo agradable. No tratan de pretender que todo está bien. Ellos claman a Dios. Ellos cuestionan a Dios. Ellos inculpan a Dios.

Pero ellos no se quedan allí. La segunda cosa que hacen, incluso en medio de todo este sufrimiento – ellos invocan el pacto – lo que Dios ha prometido. Ellos invocan la promesa de que este sufrimiento no llegará a tener la última palabra. Las situaciones críticas y confusas no llegan a tener la última palabra. Esta enfermedad, esta pérdida – no llegan a tener la última palabra. Dios la tiene. Y luego, ellos se levantan y comienzan nuevamente.

Cuando eres derribado en la vida, es una respuesta fiel clamar a Dios. Pero no te estanques allí. Dios te dará la fuerza y el valor que necesites para levantarte y enfrentar la vida con renovado gusto.

Oremos: Señor Dios, te damos gracias por las promesas del evangelio. Cuando estamos quebrantados, que podamos experimentar la sanación incluso en nuestro duelo y lamentación. Escucha nuestras oraciones, fortalece nuestros cuerpos y almas y llénanos de nueva energía y esperanza, lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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