El Farolero

El Farolero

El mensaje de hoy fue escrito por el Rev. Roger Kunkel, q.e.p.d., fundador de Dial Hope (Digita Esperanza).

Es una vieja historia, pero es verdadera y es buena. El famoso autor Británico John Ruskin una noche, en sus últimos años, estaba sentado viendo a un farolero que, con una antorcha en la mano, estaba encendiendo las lámparas en una colina distante. El hombre como tal no podía ser visto, pero las luces podían brillar a medida que cada una estaba siendo encendida. Ruskin le dijo a un amigo: “A eso es que me refiero por un verdadero Cristiano. Puedes seguir su curso por las luces que van dejando encendidas.”

En el Sermón del Monte, Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo…hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.” (Mateo 5: 14-16) Amigos de Dial Hope (Digita Esperanza), haz de hoy una obra maestra con tu entusiasmo contagioso, la luz de tú alegría, y esperanza.

Oremos: Oh Dios de los cielos azul porcelana y amaneceres deslumbrantes, con cada nuevo día tu promesa de esperanza se restaura. Cada día es como el Día de la Resurrección, llena de vida y esperanza. Danos la valentía para salir de la confortable seguridad al riesgo de la fe, la alegría del servicio al prójimo, la risa del amor. A través de Cristo nuestro Señor. Amén.

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Acepta a los Demás

Acepta a los Demás

El Apóstol Pedro dijo una vez: “¡Ahora comprendo que en realidad para Dios no hay favoritismos!” (Hechos 10). Jesús le había hablado en un sueño y dejó claro que incluso los gentiles, personas tan completamente diferentes a Pedro, eran bienvenidos y amados por el Señor.

En su libro, Learning to Lead (Aprendiendo a Dirigir), Fred Smith escribió: “Las personas inmaduras no pueden disfrutar de personas que son diferentes a ellos. Ellos prefieren personas que comparten su visión. La madurez es sentirse cómodo con la diversidad.”

El Pastor y autor Joshua Kang se basa en esto. En su libro, Deep-Rooted in Christ (Arraigados en Cristo), el escribió: “A veces, cuando las personas piensan de manera diferente a nosotros, rápidamente decimos que están equivocados. Pero ser diferente no es necesariamente incorrecto…Los que se niegan a aceptar a los demás solo piensan en sí mismos…A medida que expandimos nuestros corazones para aceptar a los demás, comenzamos con aceptar, comprender y amar sus diferencias.”

En este momento de la historia de nuestra nación, cuando estamos tan polarizados sobre cualquier cantidad de asuntos, oro que todos los que sigamos a Jesús podamos dar un mejor ejemplo. Que vivamos como Él vivió – amando, sirviendo y aceptando incluso a aquellos que piensan, miran y actúan de manera diferente a nosotros mismos. 

Oremos: Amado Dios, a veces sentimos que sabemos qué es lo mejor y los demás simplemente son ignorantes. Sálvanos de nuestro orgullo. Recuérdanos que creaste y amas a todas las personas por igual. Hoy, recordemos que en tu reino hay personas jóvenes y ancianos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, personas que hablan todo tipo de idiomas, de todas las naciones y razas. Un día, Oh Señor, esperamos poder sentarnos con ellos y contigo en la mesa celestial de la paz. Oramos en el nombre de Aquel que dio su vida por los pecados de todos. Amén.

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Justos e Injustos por Igual

Justos e Injustos por Igual

Mark Twain dijo una vez: “La lluvia es famosa por caer sobre justos e injustos por igual, pero si yo tuviera el control de tales asuntos, yo haría que lloviera suave y dulcemente sobre los justos, pero si percibo una muestra de los injustos en el exterior, yo lo ahogaría de inmediato.”

¡Creo que la mayoría de nosotros podemos identificarnos con dicha situación! Es bueno que Dios sea Dios y no nosotros. Y, en verdad, esto es una bendición. Debido a que Dios es misericordioso y compasivo y abundante en amor constante, nosotros mismos tenemos la seguridad del perdón. Puede haber redención; y hay segundas oportunidades. Y, por difícil que sea, Jesús siempre nos invita a compartir esta misma gracia y perdón con los demás.

En el libro de Isaías está escrito:

Busquen al Señor mientras se deje encontrar,
Llámenlo mientras esté cercano. Que abandone el malvado su camino,
Y el perverso sus pensamientos.

Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios,
que es generoso para perdonar,
y de él recibirá misericordia.

Porque mis pensamientos no son los de ustedes,
Ni sus caminos son los míos, afirma el Señor.

Oremos: Dios de la esperanza, te alabamos porque eres Amor Incondicional. Te damos gracias por ofrecernos perdón, y por amarnos tanto que continuamente nos invitas a cambiar y crecer. Así como hemos recibido misericordia y gracias, así empodéranos para ser personas de misericordia y gracia. Oramos hoy por la capacidad de amar y servir a todos sus hijos. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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Saliendo de la Barca

Saliendo de la Barca

Durante los últimos días, he estado reflexionado sobre el pasaje de las Sagradas Escrituras del Evangelio de Mateo 14:22-33, donde Jesús llega a los discípulos en el Mar de Galilea en medio de una tormenta.

Hay otra parte de esta escritura. Tal vez puedas recordar que, en medio de la tormenta, Pedro se siente llamado a dar un salto de fe. Y en lugar de esperar a que Jesús venga a él, le pide a Jesús: “Mándame que vaya a ti sobre el agua.” Y por un breve momento, el propio Pedro camina sobre el agua.

No sé qué hacer con esto, excepto pensar que tal vez haya habido momentos en tu vida en los que, incluso en medio de la tormenta, te hayas sentido llamado a dar un paso adelante con fe. Tal vez incluso ahora. Tal vez sea tan simple como pedir ayuda, buscando asesoramiento o en asistir a un grupo de rehabilitación por primera vez. O tal vez te hayas sentido impulsado a dar cuando sentías que no tenías nada para dar. O tal vez sea defender a alguien que lo necesita, o cuidando a alguien que sufre, incluso cuando sientas que tú mismo estás colgando de un hilo.

Una de las cosas que más me gusta de esta historia es que nos muestra la humanidad de Pedro. En un momento dado, tiene una fe audaz. Está entregado por completo a todo, con los ojos fijos en Jesús. Y en el siguiente minuto él se distrae con el viento, los obstáculos, por la posibilidad de fracasar, estando en algo fuera de su alcance.

Pero, aún así, Jesús está allí para levantarlo. Y le dice: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” Podías hacerlo. Y yo tengo que pensar: ¡Al menos Pedro bajó de la barca, lo cual es más de lo que los otros once podían decir! 

No es fácil confiar en que lograremos superar la tormenta, y mucho menos dar un salto de fe en medio de ella. Sin embargo, confío en que Jesús nos encontrará dondequiera que estemos. Y oro para que escuches a Jesús decirte: Tú puedes hacerlo. Ánimo…Soy yo…No tengas miedo.

Oremos: Señor Jesús, ven a nuestro encuentro en medio de las tormentas de la vida. Arráiganos en tu paz y llénanos de nuevo con tu gracia sanadora. Amén.

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Entregarse

Entregarse

Durante los últimos días hemos reflexionado sobre la llegada de Jesús a los discípulos, caminando sobre el agua en medio de una tormenta. Y he estado reflexionando sobre las preguntas que a veces tenemos en ese tipo de momentos, cuando parece que el viento aúlla y las olas golpean. Siempre recuerdo que Dios es lo suficientemente grande como para manejar nuestras emociones más profundas y nuestras preguntas más difíciles.

Sin embargo, llega un momento en que, si tan solo podemos dejarnos llevar, si tan solo podemos entregarnos…si tan solo podemos confiar, hay una sensación de paz. Dios, esto está más allá de mi control. He hecho lo que he podido…Te dejo esto a tus pies.

Recuerdo que hace cuatro años, al inicio del Covid, sentí ese miedo e incertidumbre sobre la iglesia…Dios, esto está en tus manos…

Recuerdo a una amiga que estaba en el ejército, muy dura como una roca, que me contaba que cuando le diagnosticaron cáncer en etapa cuatro, al principio estaba enojada, pero luego se dio cuenta de que no había nada que hacer excepto caer de rodillas y orar…Y confiar.

Otro amigo que cuando se dio cuenta de que era adicto, tuvo la misma experiencia…En un momento dado, él vio que esto estaba más allá de él…que no lo podía solucionar…Su oración fue: Ayúdame. Ayúdame a confiar en ti, Dios.

Ahora bien, lo voy a admitir, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Ayer les dejé con una meditación, y se los dejo de nuevo el día de hoy. Las palabras de Jesús a los discípulos, las palabras de Jesús a nosotros son: Cálmense. Soy yo. No tengan miedo.

Oremos: Señor Jesús, ven a nuestro encuentro en medio de las tormentas de la vida. Arráiganos en tu paz y llénanos de nuevo con tu gracia sanadora. Amén.

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Cálmense. Soy Yo. No Tengan Miedo

Cálmense. Soy Yo. No Tengan Miedo

Ayer reflexionamos sobre el pasaje de las escrituras del Evangelio de Mateo 14:22-33, donde Jesús se acerca a los discípulos en el Mar de Galilea en medio de una tormenta. Ayer mencioné que cuando estaba estudiando este pasaje, me llamó la atención algo que sugirió el erudito bíblico Dale Bruner. El retoma las palabras de Jesús a los discípulos: “Cálmense. Soy yo. No tengan miedo.”

La frase del medio, Soy yo, en el idioma griego en el que Mateo escribió, se lee simplemente, “Yo soy”. Esto trae a la mente las palabras que Dios le dice a Moisés desde la zarza ardiente, cuando Moisés le pregunta el nombre de Dios, Dios responde, “Yo Soy El que Soy”…Yo Soy el que llamó al mar y a las estrellas y a la vida misma a la existencia…Yo Soy el que calma las tormentas. Yo Soy el que te creó…y te cuida. Yo Soy…Soy Yo.

Bruner dice que estas frases, las tres: Cálmense. Soy Yo. No Tengan miedo, “son dignas de ser inscritas en las iglesias, en los hogares y en los corazones…” Y me pregunto, que pasaría si pudiera hacer de estas palabras una meditación, una especie de mantra…Tal vez podría ser una especie de estribillo cuando las tormentas se arremolinan o la preocupación y la ansiedad se apoderan de uno…

Podrías simplemente cerrar los ojos por un momento. Luego, repetir en silencio estas palabras para ti mismo. Mientras lo haces, escucha a Jesus que te habla. Mientras inhalas, escucha las palabras: “Cálmense…” Mientras inhalas nuevamente, escucha las palabras: “Soy yo.” Y cuando inhales por tercera vez, escucha las palabras: “No tengas miedo.”

La próxima vez que te sientas ansioso, preocupado o asustado, la próxima vez que te sienas azotado por las tormentas de la vida, te invito a que pruebes esta meditación. Y que Aquel que calma la tormenta calme también tu corazón.

Oremos: Señor Jesus, ven a nuestro encuentro en medio de las tormentas de la vida. Arráiganos en tu paz y llénanos de nuevo con tu gracia sanadora. Amén.

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En Medio de la Tormenta

En Medio de la Tormenta

Hay una escena bastante dramática en el Evangelio de Mateo. Los discípulos están en el Mar de Galilea cuando comienza a oscurecer y se avecina una tormenta. Los vientos comienzan a aullar y las olas golpean la barca. Están lejos de tierra firme y podemos imaginar la preocupación y la ansiedad que van en aumento. 

El mes pasado, escribí sobre estar en el agua sobre una tabla de surf viendo cómo se acercaba una tormenta. Y varios de ustedes compartieron conmigo sus propias experiencias aterradoras de estar en un pequeño bote en el océano en medio de una tormenta, con los relámpagos crujiendo…¡Es desgarrador!

Pero incluso si nunca has tenido esa experiencia en particular, probablemente conozcas esa sensación. Creo que todos hemos tenido uno de esos momentos, cuando nos encontramos en el corazón de la tormenta; cuando recordamos que la vida es frágil y que no tenemos tanto control como a menudo nos gusta pensar.

A veces las preguntas pueden ser diferentes; a veces es simplemente el miedo a lo desconocido: ¿Estarán bien los niños? ¿Estará bien mi hijo? ¿Mi cónyuge? ¿Cuál será el diagnóstico? Están reduciendo nuevamente el personal en el trabajo…¿Qué vamos a hacer? En esos momentos, se siente como si los vientos aullaran y las olas golpearan…

Mateo nos dice que es allí, en medio de esa tormenta, que Jesús llega a los discípulos. Es como si los elementos físicos ni siquiera lo afectarán. Él está allí, en medio de todo, de alguna manera caminando a través de él. Y tal vez sea difícil verlo en esos momentos. Porque los discípulos claramente no lo reconocen al principio…Estaban aterrorizados y gritando de miedo. Pero Jesús les habla.

El erudito bíblico Dale Bruner retoma las palabras de Jesús en el pasaje: “Cálmense. Soy yo. No tengan miedo.” Él escribió: “Estas tres frases son dignas de ser inscritas en las iglesias, en los hogares y en los corazones…”

Cuando te encuentres en medio de la tormenta, recuerda estas frases. Que puedas escucharlas y que resuenen en tu corazón. Jesús te lo dice incluso ahora…

Cálmense. Soy yo. No tengan miedo.”

Oremos: Señor Jesus, ven a nuestro encuentro en medio de las tormentas de la vida. Arráiganos en tu paz y llénanos de nuevo con tu gracia sanadora. Amén.

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¿Por Qué Dios Hace Eso?

¿Por Qué Dios Hace Eso?

El mensaje de hoy fue escrito por el Rev. Roger Kunkel, q.e.p.d., fundador de Dial Hope (Digita Esperanza).

El dolor de este mundo es una oportunidad para que nosotros podamos ser un instrumento de sanación redentora de Dios. O, dicho de otra manera, tenemos la oportunidad de ser un embajador de Cristo en medio del dolor de otra persona.

El Dr. James Stewart, el brillante profesor del Nuevo Testamento de Edimburgo, Escocia, en una ocasión atendió un llamado al hospital. Se dirigió a la sala de oncología del hospital y al entrar el notó que las enfermeras y los doctores estaban todos agotados. Muchos de los internos ya lo habían experimentado. Las personas se estaban muriendo, había dolor, había sufrimiento. Y el Dr. Stewart había sido invitado a asistir a una reunión entre doctores y enfermeras. Ellos lo llamaron porque requerían de su sabiduría pastoral. En esta reunión había médicos, enfermeras y técnicos que estaban en busca de respuestas. Y le preguntaron al Dr. Stewart:

“¿Por qué Dios permitió que una mujer de 31 años de edad, madre de tres niños, muriera de cáncer?” “¿Por qué Dios permitió que un adolescente muriera de leucemia?” “¿Por qué, Dr. Stewart?” “¿Por Qué Dios permite que un bebe muriera durante el parto debido a que su mamá tenía todas sus funciones afectadas debido a que tenía cáncer?” “¿Por qué, por qué, por qué, Dr. Stewart?” “¿Por qué Dios hace eso?” “Dr. Stewart, ¿Cuál es la respuesta?”

El Dr. Stewart dio una respuesta, de seis palabras, que retumbó por los pasillos del hospital cuando le susurró a todos los médicos y enfermeras que dependían en cada una de sus palabras. “USTEDES SON LA RESPUESTA DE DIOS. Dios te ha puesto en el presente hospital en este preciso instante, hoy, en este momento para una de estas mamás o uno de estos papás que están esperando en la sala de espera. Dios les ha dado brazos y piernas. Él les ha dado sus bocas, oídos, y ojos y el tacto. Y una mente que piensa creativamente en quien cuidar. USTEDES SON LA RESPUESTA DE DIOS.”

¿Cuál es la respuesta para las personas difíciles, irritables y que no tienen esperanza? ¿Cuál es la respuesta a las personas sin hogar en Sarasota, en St. Louis, en Chicago? ¿Cuál es la respuesta al dolor y el sufrimiento y la pérdida? ¿Cuál es la respuesta? Nosotros somos la respuesta de Dios. Porque Dios nos ha ubicado estratégicamente en los hospitales, en apartamentos, en condominios, en la calle, en los centros de retiro, en las aulas, en la iglesia, en las reuniones de la iglesia, en la tienda, en la reunión de la oficina, para ser oyentes creativos, para llevar curación redentora a las personas que nos rodean. Nunca subestimes la diferencia que hace tu tacto, al escribir tu tarjeta, tu sonrisa, tu notita, tus llamadas, tu fax, tu correo, tu mirada, tu oído atento que puede significar en la vida de alguien que está sufriendo, que está experimentando dolor.

Oremos: Majestuoso Dios, bendícenos hoy para que podamos ser una bendición para los demás. En el nombre de Jesús. Amén.

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Salmo 23

Salmo 23

El Salmo 23 ha sido un Salmo amado por las personas de fe durante miles de años. Se ha recitado en funerales y en trincheras. Se ha dicho en las mesas de la cocina y de rodillas junto a las camas. Se ha expresado a menudo en todo el mundo y a lo largo de la historia por personas cuando se sienten solas, asustadas o en desesperación. Es perfecto para esos momentos en los que necesitamos seguridad, fe y esperanza. Hoy, el Salmo veintitrés, en la versión antigua del Rey Santiago, es nuestro mensaje y nuestra oración. Oremos.  

El Señor es mi pastor, nada me faltará, en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta. Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre. Amén.

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Cambiando Corazones

Cambiando Corazones

Hace varios años, había una historia en las noticias sobre dos hombres que vivían en Lincoln, Nebraska. Uno de ellos, un hombre de nombre Larry Trapp, estaba confinado a una silla de ruedas, y había sido diagnosticado con una enfermedad mortal. Larry también estaba confinado – no solo a la enfermedad – sino por un odio paralizante. Él era un Gran Dragón en el Ku Klux Klan de Nebraska y más recientemente él había estado dirigiendo su odio hacia un intérprete Judío de nombre Michael Weisser. Larry hostigó a Michael con amenazas telefónicas y un aluvión de correos de odio, con el objetivo de tratar de sacarlo de la comunidad. Michael decidió enfrentarse a su torturador, y con gran valor, levantó el teléfono y llamó a Larry.

“Simplemente seguí dejando mensajes en su máquina de contestar,” dice Michael, “hasta que finalmente un día, Larry Trapp, en un ataque de ira, contestó el teléfono. “¿Qué es lo que quieres?” Él dijo. “¡Me estas acosando! Mis teléfonos están intervenidos.”

“Estaba realmente tranquilo y calmado” dijo Michael. “Le dije que sabía que le costaba moverse mucho y pensaba que podrías necesitar ayuda para ir al supermercado.” Trapp guardó silencio completo, y toda la ira desapareció de su voz, y él dijo: “Tengo eso resuelto, pero gracias por preguntar.” 

El poderoso final de la historia es que los dos hombres finalmente se hicieron amigos. El Sr. Weisser y su esposa, tendrían a Larry, el ex Gran Dragón en el KKK, como invitado para cenar. ¡Increíble! Eventualmente, Larry decidió dedicar el tiempo que le quedaba para liberar a otros del poder destructivo del odio y el fanatismo.

Que historia tan hermosa.

Martin Luther King, Jr. dijo una vez: “El odio no puede expulsar al odio; sólo el amor puede hacerlo”.

Oremos: Dios Misericordioso, te agradecemos por la valentía de Michael Weisser y por su ejemplo para nosotros. Con tanta ira y odio en el mundo que nos rodea, ayúdanos a ser instrumentos de tu gracia y amor. Y al hacerlo, que podamos disipar la oscuridad y cambiar los corazones. Oramos hoy en el nombre de Aquel que vino como la Luz del mundo. Amén.

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