Bendecidos para los Demás
El pastor Richard Fairchild contó una vez una historia acerca de un artista. Este artista estaba buscando la forma de transmitir el significado de la fe Cristiana en medio de las tormentas de la vida, así que pintó una tormenta en el mar. Nubes negras llenaron el cielo. Iluminado por un destello de un relámpago, se puede ver una pequeña embarcación haciéndose pedazos bajo los embates del océano. Las personas estaban luchando en los remolinos de agua, sus caras angustiadas llorando por ayuda. El único destello de esperanza apareció en el primer plano de la pintura, era una enorme roca que sobresalía del agua. Ahí, aferrándose desesperadamente con ambas manos había un solo marinero.
Fairchild recalcó que era una escena conmovedora. En medio de la tormenta, la única esperanza de salvación era “La Roca de la Eternidad”, un refugio en la tempestad. Pero tal como el artista reflejó en su trabajo, él se dio cuenta que la pintura no mostraba con exactitud su tema. Así que se deshizo del lienzo y pintó otra. Era muy similar a primera vista: la nube negra, el destello de un relámpago, aguas turbulentas, la pequeña embarcación destruida por los embates de las olas, y la tripulación luchando en vano en el agua. En el primer plano el marinero se aferraba a la enorme roca por su salvación. Pero el artista hizo un cambio: El sobreviviente se aferraba con una sola mano, y con la otra mano él estaba tratando de llegar un poco más bajo para salvar a un amigo que se estaba ahogando.
Al reflexionar sobre esa historia, queda claro que la segunda pintura es la que verdaderamente capta la esencia de la vida Cristiana y su mensaje. Hemos sido salvados por una razón. Hemos sido bendecidos por una razón más allá de nosotros mismos. Hemos sido bendecidos con el propósito de bendecir a otros.
La pregunta se mantiene: ¿A quién pudieses ayudar, el día de hoy, – con una mano de amor y de gracia -?
Oremos: Dios de Esperanza, ayúdanos a encontrar el camino de ser una bendición a por lo menos una persona todos los días. Amén.
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