Asombro y Reverencia
El Salmo 104 es uno de mis favoritos en absoluto. Es la celebración de Dios como Creador, el Dios que extendió los cielos como una carpa, que formó las montañas y el mar, y que hace brotar manantiales en los valles, y que da vida y aliento a todo lo que vive.
La poetisa Elizabeth Barret Browing escribió: “La tierra está repleta de cielo, y cada arbusto común arde con Dios, pero sólo el que ve se quita los zapatos…”
Por supuesto, esta es una referencia a la historia de Moisés, que era pastor. Cuando Dios le habla desde una zarza ardiente, Dios le dice: “Moisés, quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa.” Ahora bien, Moisés ha estado viviendo en esta tierra durante años, pero de repente él ve y oye. Él tiene un momento de asombro y nota la presencia de Dios.
Creo que muchos de nosotros hemos tenido momentos así.
Sé que, en mi propia vida, a menudo es en momentos, inmerso en la creación, a veces sentado en el océano, donde siento la presencia de Dios más profundamente. Y luego, desde ese punto de vista, observar la llegada de una tormenta con las nubes acercándose, tonos de azul profundo, púrpura, gris, cambiando de forma a medida que se acercan, las cortinas de lluvia, los relámpagos, los truenos…no puedes evitar tener una sensación de asombro y reverencia.
Experiencias como esa nos afecta en algo…
Los antiguos Cristianos Celtas afirman que lo eterno siempre se filtra a través de lo físico. Si tan solo nuestros ojos y nuestros corazones estuvieran sintonizados…
Hoy, te invito a que consideres dar un paseo al aire libre. Si no puedes salir físicamente, quizás pueda sentarse junto a una ventana que dé al mundo exterior. Sintoniza tus ojos y tu corazón al misterio que te rodea. Deja que tu mente divague. Y se maraville ante la maravilla y la belleza de los dones que Dios te ha dado.
Oremos: Hacedor de los Días, Creador de toda la Vida, no tenemos que mirar muy lejos para encontrar vastos misterios más allá de nuestra comprensión, o viajar muy lejos en este viaje de la vida antes de darnos cuenta de lo poco que sabemos y del poco control que tenemos. Abre nuestros ojos a la belleza que nos rodea en cada momento. Y abre también nuestros corazones al don de tu amor que nos une contigo y con todo lo que existe. En el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!