A Dónde Conduce la Puerta
Ayer, le compartí a todos ustedes que, en el Evangelio de Juan, Jesús dijo: “Yo soy la Puerta…” Cuando Jesús hizo esta declaración, estaba hablando con los Fariseos, los líderes religiosos de la época. Él acababa de sanar a un hombre que había nacido ciego, y los fariseos se enojaron por esto. Estaban enojados porque él curó en el Sabbat y, al hacerlo, rompió uno de los mandamientos.
Además, en aquella época se creía ampliamente que la ceguera, o cualquier tipo de enfermedad, era un castigo de Dios. Jesús los desengaña de esta noción. Entonces, los fariseos interrogan al hombre que fue sanado. Interrogan a sus padres. Cuestionan a Jesús.
Estos líderes religiosos claramente se preocupaban más por tener razón que por ser amorosos. Y tienes la sensación de que Jesús estaba bastante enojado por eso. Él los llamó ladrones y bandidos. Él estaba enojado con sus corazones duros. Eran tan legalistas acerca de la Biblia que mantenían a la gente fuera, alejándolas del misterio más allá.
Cuando Jesús habla de la puerta, él estaba diciendo, la enseñanza del fariseo no es el camino. Su legalismo no es el camino. Ellos no son el camino hacia un misterio y una verdad más profunda. Yo soy el camino…yo soy la apertura.
Para mí, esta afirmación es realmente buena noticia. Si Jesús es la puerta que nos lleva a una comprensión más clara de quién es Dios, entonces podemos estar seguros de que Dios se preocupa por los que sufren, los que se sienten excluidos, perdidos o desechados. Podemos estar seguros de que Dios es misericordioso, amoroso, y llenos de gracia. Y podemos estar seguros de que todas y cada una de las vidas son valiosas.
Para mí, esa es una Puerta digna de entrar.
Oremos: Te damos gracias, Dios de Amor, por venir a nosotros en Jesús, para vivir como vivimos, para sufrir como sufrimos, para conocer plenamente la vida humana. Te damos gracias por el modo en que su vida y enseñanzas, su muerte y resurrección apuntan hacia ti. Concédenos corazones abiertos y espíritus dispuestos para que alguna vez podamos acercarnos a ti a través de dicha puerta. Amén.
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