Mente Abierta
Hay una gran historia en el Segundo Libro de los Reyes (Capítulo 5) en el que Naamán, un comandante de un ejército enemigo se contagia de lepra. Él escucha que hay un profeta de nombre Eliseo en Israel que puede sanarlo. Con toda la humildad, Naamán busca al profeta y pide ayuda.
Tengo que imaginar que no pudo haber sido fácil para este “jefe militar” mostrar cualquier señal de debilidad y pedir ayuda al enemigo. Él claramente tuvo que haber estado sin opciones. Sin embargo, cuando se presentó, el profeta Eliseo ni siquiera ve al comandante. En cambio, él envía a Naamán a bañarse en el río Jordán.
No habría una muestra más grande de poder, ni una gran atención, ni oraciones especiales, solo un baño en un río fangoso. No es exactamente lo que Naamán esperaba, y se indigna, se enoja. Pero también estaba desesperado por la sanación, se humilla así mismo. Él sigue las órdenes de Eliseo, y él fue sanado.
Esta historia me recuerda que, en el viaje de la vida, las cosas no siempre van de acuerdo con nuestras expectativas. Nuestros planes y nuestros sueños no siempre funcionan como esperábamos. Hay desvíos inesperados a lo largo del camino.
Esta historia plantea la pregunta: ¿Con qué frecuencia mi orgullo, mi ego, mi necesidad de tener el control o mi necesidad de tener la razón se interpone en el camino de mi propia curación?
Hoy, oro por una apertura de espíritu, un nivel de humildad y una voluntad de confiar.
Oremos: Amado Dios, reconocemos que no siempre trabajas de acuerdo con nuestras expectativas. Tu sanación y redención a menudo vienen de maneras inesperadas por medios inesperados. Mantennos humildes y abiertos. Lo pedimos en nombre de Jesús. Amén.
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