Renovación de Nuestras Mentes
Ayer reflexionamos sobre el estímulo de Pablo a los Romanos (12:2): “no se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente…”
¿Cómo lo hacemos?
Bueno, algunas reflexiones. Hace muchos años, un buen amigo me sugirió que buscara un buen consejero y que asistiera a terapias. ¡Fue una gran bendición! Ha marcado una gran diferencia para mí personalmente. Muy recomendable.
Por supuesto, también soy un gran defensor de la oración, la meditación y el llevar un diario. Creo que es muy importante tomarse un poquito de tiempo cada día para sentarse en la presencia sanadora de Dios, prestar atención a todo lo que se agita en nuestro interior y entregárselo a Dios en oración.
Jack Kornfield habló de la forma en la que el gran maestro zen vietnamita Thich Hat Han lo expresó: él dijo, “En el corazón y en la mente hay todo tipo de semillas. Hay semillas de alegría y amor, de conexión, semillas de creatividad, paz y bienestar, semillas de cuido, semillas de fortaleza. Pero también hay todo un conjunto de semillas de miedo y ansiedad, de ira o rabia, de codicia o avaricia, etc. La forma en que vivas depende de las semillas que riegues. Si riegas y cuidas esas semillas saludables, esas son las que crecerán en ti. Y esas semillas se convertirán en lo que eres en tu respuesta al mundo.”
Pero no sucede por casualidad. Todos tenemos nuestra historia, nuestros sufrimientos y nuestras luchas. Al mismo tiempo, todos tenemos dones, bendiciones y capacidades.
Pablo parece estar diciendo que si queremos cambiar el mundo para mejor, lo cual podemos hacer con la ayuda de Dios, comenzamos con estas capacidades internas.
Comienza con la declaración: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo…” (Romanos 12:1)
Richard Foster dijo una vez: “¡El problema con un sacrificio vivo es que siempre quiere bajarse del altar!”
Que tú y yo permanezcamos en el altar. Que cuidemos nuestros mundos interiores. Que podamos regar las semillas de generosidad, la compasión y la esperanza. Y que toda nuestra vida, cuerpo, mente y alma sea una ofrenda de agradecimiento, de gratitud por el amor y la generosidad de Cristo hacia nosotros.
Oremos: Te damos nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos, Oh Dios. Ayúdanos a amar a los demás como Jesús nos ha amado, a cuidar de los demás como Jesús nos ha cuidado y a perdonar a los demás como Jesús nos ha perdonado. Te lo pedimos en su nombre. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!