Sacrificio Viviente

Sacrificio Viviente

En su carta a los Romanos, capítulo 12, el Apóstol Pablo escribió: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo…”

En la época de Pablo, la mayoría de las religiones, incluido el Judaísmo, ofrecían sacrificios de animales quemados: cabras, pájaros, toros. Desde el punto de vista del clero, ¡me alegro mucho de que ya no lo están haciendo!

Sin embargo, se trataba de un acto de adoración. Los animales que se ofrecían no debían ser animales de caza, ni con defectos, sino que debían provenir de las posesiones de la persona. La ofrenda tenía que ser valiosa para cada persona. A veces se ofrecían como expiación por el pecado, pero otras veces se ofrecían simplemente como un acto de gratitud.

A lo largo de sus cartas, Pablo lo deja claro: Jesús es ahora la expiación por el pecado. Ya no tenemos que hacer ese tipo de ofrendas, porque por gracia hemos sido salvados. Eso está hecho. Sin embargo, todavía hay un tipo de ofrenda que debemos hacer. Por profunda gratitud por todo lo que Dios ya ha hecho, presenta tu cuerpo, todo tu ser, todo lo que tienes, todo lo que eres, como un sacrificio vivo…

¿Qué significa eso? Bueno, en los siguientes capítulos Pablo explica de manera muy concreta. Compartiré con ustedes unas pocas líneas, comenzando en el versículo 10:

Ámense los unos a los otros…Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad…Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes…No paguen a nadie mal por mal…

A partir de ahí, sigue adelante. No es tan fácil.

Richard Foster dijo una vez: “¡El problema con un sacrificio vivo es que siempre quiere bajarse del altar!”

Que tú y yo permanezcamos en el altar. Que toda nuestra vida, nuestra forma de vivir, nuestra forma de hablar, nuestra forma de tratar a los demás, que seamos una ofrenda de agradecimiento, de gratitud por el amor y la generosidad de Cristo hacia nosotros.

Oremos: Te damos nuestros corazones, nuestras mentes, Oh Dios. Ayúdanos a amar a los demás como Jesús nos ha amado, a cuidar de los demás como Jesús nos ha cuidado y a perdonar a los demás como Jesús nos ha perdonado. Te lo pedimos en su nombre. Amén.

¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!

Daily Message Author: Joe Albright

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