Una Forma de Ser

Una Forma de Ser

Hace varios años, cuando Robbie y yo estábamos en Portugal, uno de los momentos más destacados fue visitar todos los monasterios antiguos. Había algunos que eran muy elaborados, ornamentados, construidos con las riquezas traídas del nuevo mundo. Mientras estuvimos allí, disfrutamos imaginando cómo sería vivir en ese mundo, caminar por esos pasillos, sentarnos en las grandes catedrales a orar.

Sin embargo, el monasterio que más nos cautivó fue el monasterio Franciscano. Se encontrada en medio de un antiguo bosque y parecía tallado de la tierra y la roca. Si uno pudiera imaginarse cómo sería vivir allí, sería mucho menos ornamentado y probablemente mucho menos cómodo. La capilla era básicamente una choza. Recuerdo caminar por el dormitorio y mirar las celdas de los monjes. Eran habitaciones pequeñas y muy sencillas con una ventana y una puerta diminuta. Y pensé: ¡Debía haber personas muy pequeñas en esa época!

Lo que aprendimos, sin embargo, es que las puertas fueron elaboradas de esa forma intencionalmente. Las celdas de los monjes no solo eran el lugar donde dormían, sino también su lugar principal de oración. Para entrar a la celda, para entrar al lugar principal de oración, uno tiene que arrodillarse, inclinar la cabeza y, presumiblemente, el corazón.

Tengo que imaginar que, para dichos monjes, hacer esto varias veces al día, produciría algo dentro de ellos…Y si hicieran esto día tras día, mes tras mes, año tras año, doblando la rodilla, inclinando la cabeza, inclinando el corazón, cultivarían una forma de ser, una postura de humildad, no solo ante Dios, sino ante los demás hermanos.

A veces tengo que preguntarme: ¿Hay relaciones en mi vida que están sufriendo porque mi orgullo se ha interpuesto, o porque siempre debo tener la última palabra, o porque estoy tan seguro de que tengo razón que no estoy dispuesto a escuchar tu punto de vista, o porque me niego a disculparme? Y tal vez incluso ¿Hay relaciones que podrían ser más profundas si estuviera dispuesto a reconocer mi propia necesidad y pedir ayuda? ¿Con qué frecuencia mi ego se interpone en el camino?

No puedo evitar pensar en las divisiones tan arraigadas que plagan nuestra sociedad. Y me pregunto qué diferencia habría en nuestras comunidades, en nuestras amistades, en nuestras familias y en nuestra fe si todos siguiéramos la lección de los Franciscanos y cultivar un poco más de humildad en nuestras vidas.

Oremos: Inclinamos nuestra cabeza y nuestro corazón ante ti, Oh Dios. Reconocemos que, para sanar y crecer, te necesitamos y a los demás. Concédenos oídos atentos, espíritus abiertos y corazones comprensivos. En el nombre de Jesús. Amén.

¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!

Daily Message Author: Joe Albright

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