El Hombre que Dios Envió
Una vez leí sobre Doug Meland, un traductor y misionero de Wycliffe. Cuando se mudó por primera vez a una aldea de Indios Fulnio en Brasil, ellos se refirieron a él simplemente como “el hombre blanco”. En cuyo vecindario no era un elogio, ya que otros hombres blancos los habían explotado, engañado y robado sus tierras.
Sin embargo, después de que Doug aprendió la lengua Fulnio y empezó a ayudar a la gente con medicina y de otras maneras, ellos empezaron a llamarlo “el respetable hombre blanco”. Cuando comenzó a adoptar las costumbres del pueblo, le dieron una mayor aceptación y se expresaban de Doug como “el indio blanco”.
Entonces, un día, mientras lavaba el pie sucio y con sangre de un joven Fulnio herido, el escuchó que un espectador le dijo a otro: “¿Quién ha escuchado hablar de un hombre blanco lavándonos los pies antes? ¡Ciertamente este hombre es de Dios! Desde ese día, cada vez que Doug entraba a una casa Fulnio, sería anunciado como: “Aquí viene el hombre que Dios nos envió”.
¡Qué cambio! ¡Qué testimonio! San Francisco de Asís dijo: “Predicad el Evangelio por todas partes. Utiliza palabras sólo cuando sea necesario.”
Oremos: Toma mi vida y deja que sea consagrado a Ti Señor. Toma mi mano y deja que se muevan al impulso de Tu amor. Toma mis pies y deja que sean veloces y hermosos para Ti Señor. Toma mis momentos y mis días, permíteles que fluyan en alabanza incesante. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!