ACTOS ALEATORIOS DE BONDAD
Un médico dedicó lo más que podía de su tiempo a una clínica de caridad. Un día un anciano caballeroso fue llevado a las oficinas privadas del médico en el centro de la ciudad.
“¿Me recuerda, Doctor?” El hombre le preguntó. “Usted me atendió en la clínica de caridad. Últimamente he podido ganarme algo de dinero, y ahora puedo pagar el servicio de un médico.” “Pero ¿qué te hizo venir a mí?” preguntó el médico. “No fui el único médico que te atendió en la clínica.” “Lo sé,” dijo el anciano en voz baja, “pero fuiste el único que me ayudó con mi abrigo.”
El Cristianismo no es una explicación sino una demostración del amor y la bondad de Dios que vive en el corazón humano. No tienes que donar grandes sumas de dinero para mostrar tu preocupación. No tienes que ser elocuente para decirle a alguien que te importa. Preocuparse por los demás es hacer espacio en tu corazón para una persona y su problema. A veces es simplemente estar disponible, brindando un toque amistoso, una sonrisa, un abrazo, o simplemente escuchar, es preocuparse por los demás.
Que Dios esté contigo cada momento de este día.
Oremos: Amado Dios, con cada nuevo día tu promesa de esperanza es restaurada, en cada amanecer vemos tu rostro; en cada puesta del sol descansamos en tus brazos. Cada día es como el primer día que creaste con la misma invitación para que vivamos a tu imagen, para trabajar creativamente, para practicar actos aleatorios de bondad. Salpícanos con tu amor para que nuestra fe de semilla de mostaza crezca como grandes olmos cuyos brazos frondosos se extienden hacia los cielos, y se arquean en oración. Danos la fe del sol naciente, la confianza de los árboles, y la esperanza que brota eternamente de la oración constante. En el nombre de Jesús. Amén.
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