Un Testimonio de la Esperanza

Un Testimonio de la Esperanza

Recuerdo el año que viví en Jamaica, nuestra iglesia solo tenía pastor una vez al mes. Cada dos domingos, era un espacio abierto para “testimonios alegres.” Era de todo, desde “Dios me despertó esta mañana con una mente sana,” hasta “estaba bebiendo, drogándome y robándole a mi tía. Y Jesús me encontró en el camino una noche y me derribó. Estuve enfermo durante días, pero cuando me levanté, era un hombre nuevo…”

Y la congregación decía: “Amén. Amén. Alabado sea el Señor. Alabado sea el Señor.”

A veces escuchamos las mismas historias una y otra vez, tal vez con un énfasis o toque diferente, pero siempre impregnadas del mismo mensaje de esperanza y gracia. La mayoría de las veces los testimonios eran simples recordatorios de las bendiciones que a menudo pasamos por alto. En medio de una gran pobreza y dificultades, estos recordatorios eran muy necesarios.

En la tradición Presbiteriana Reformada, tendemos a guardar nuestra fe más para nosotros mismos. Tendemos a hacer de nuestra fe un asunto más privado y personal y no hablamos mucho de ello. Debo confesar que encajo perfectamente con mi tradición. De hecho, una de mis citas favoritas es de San Francisco, quien dijo: “Predica el evangelio dondequiera que vayas, pero utiliza palabras sólo cuando sea necesario.”

¡Me gusta eso! Y es tan cierto. Pero lo que a menudo perdemos de vista es que a veces nuestras palabras y nuestras historias pueden marcar una gran diferencia. Hay algo en decir las cosas en voz alta; hay algo en recordar, contar y compartir nuestras historias que pueden inspirar y dar esperanza a otras personas que están pasando por mementos difíciles.

El Apóstol Pedro escribió una vez: “Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes.”

¿Cómo superaste ese momento difícil? ¿Por qué eres tan generoso? ¿Por qué haces lo que haces? ¿Por qué asistes a esa iglesia?

Me pregunto qué esperanza tienes dentro de ti…Me pregunto cuándo y cómo Dios ha tocado tu vida…Me pregunto si puede haber alguien que esté buscando un testimonio de la esperanza que hay dentro de ti…

Oremos: Dios de Gracia, nos has bendecido sin medida. Mientras reflexionamos sobre nuestras vidas, ayúdanos a ver claramente tu mano en acción. Así como hemos sido bendecidos, que seamos una bendición, con acciones y palabras; en el nombre de Jesús. Amén.

¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!

Daily Message Author: Joe Albright

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