El Don del Perdón
Estaba hablando con mi amigo Rusty, hace algún tiempo, y me estaba contando de la forma en que hicieron que un pastor invitado hiciera una presentación en la iglesia. El pastor compartió que cuando tenía tres años su padre se había ido de la casa y no lo volvió a ver por aproximadamente treinta años. Cuando finalmente miró a su padre, su padre quería que estuvieran en comunicación. El pastor se dio cuenta que él había estado cargando toda esta ira y resentimiento por alrededor de treinta años. Se sentía como todo el peso del mundo.
Tal vez sepas lo que se siente – cargar con ese dolor y enojo por todos lados. Quizás alguien que amabas o confiabas te lastimó o decepcionó. En un nivel u otro, todos sabemos lo que es no querer perdonar. Todos sabemos lo que es querer vengarse, de nivelar las cosas. Muchos de nosotros cargamos tantas cosas por todas partes.
El pastor invitado en la iglesia de mi amigo dijo que perdonó a su padre, pero solo por la fuerza que Dios le dio. Continuó diciendo que, por difícil que fuera, resultó ser una de las mejores cosas que pudo haber hecho.
Si lo piensas, el verdadero punto del perdón no son otras personas, ¿Verdad que no? Se trata de nosotros. Se trata de todo el dolor, herida, la ira y la amargura que llevamos con nosotros, cosas que nos devoran por dentro. No quiero que las afectaciones que me haya hecho otra persona controlen mi vida. Yo quiero ser libre. Yo quiero estar vivo. Quiero estar saludable. ¡A veces pensamos que al aferrarnos a todo eso, lo estamos demostrando! Pero realmente, ¿A quién estamos lastimando?
En el corazón del evangelio está el perdón. De eso se trata la cruz. Así es como Dios nos ha tratado. Y la verdad es que cuando liberamos a otras personas realmente nos liberamos a nosotros mismos.
Oremos: Dios misericordioso, hemos escuchado las Buenas Nuevas de que en Jesucristo somos perdonados. Si bien a veces aceptamos este perdón, otras veces no. A veces podemos perdonar a otros, pero a veces nos aferramos a viejos rencores, heridas y temores. A veces nos sentimos incapaces de perdonar, incluso a nosotros mismos.
Ten piedad de nosotros, Oh Dios. Ayúdanos hoy a dejar ir las cosas. Ayúdanos a aceptar que somos aceptados y a perdonar de la misma forma en que somos perdonados; que nuevos comienzos puedan ser nuestros por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!