¿Peregrino o Turista?
Algo que leí al principio de mi año sabático realmente me impactó. Aparentemente, hace años, se le preguntó al científico ingles Rupert Sheldrake qué cambio único recomendaría para el nuevo milenio que podría marcar la diferencia en el mundo. Su respuesta fue que todo turista debería convertirse en peregrino.
Por supuesto, en algunos lugares, nosotros los humanos estamos invadiendo por completo e incluso dañando lugares hermosos e históricos. Los estamos amando hasta la muerte…Y mientras nos preparábamos para viajar por el año sabático, pensé mucho en eso. Íbamos a algunos lugares muy queridos.
En retrospectiva, sé que no siempre lo hice bien. Hubo muchas veces que fui el turista desagradable con mi cámara, tratando de obtener esa foto, sin hablar el idioma en Francia, incluso conduciendo por el lado equivocado de la carretera en Escocia – ¡una vez…o tal vez dos veces! Y yo me preguntaba, ¿eres turista, Joe, o peregrino?
Pero ¿Cuál es la diferencia entre un turista y un peregrino?
Quizás es que como peregrino siempre nos acercamos a un lugar con reverencia y respeto – y no solo por el lugar sino por la gente. Quizás es viajar con la expectativa de que Dios estará con nosotros – no solo en nuestro destino final sino a lo largo del camino…y no solo en los lugares o el paisaje – sino que Dios nos va a encontrar en las personas.
Quizás la afirmación de Sheldrake es una gran metáfora que se aplica no solo cuando viajamos como turistas, sino también cuando viajamos a lo largo de la vida.
En Colosenses, capítulo uno, el Apóstol Pablo escribió: Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente.” Y luego, en el capítulo 3, versículo 11, hace esta audaz declaración: “¡Cristo es todo y está en todos.!”
Que tú y yo caminemos por esta vida como peregrinos en lugar de turistas. Y, que nuestros ojos y corazones estén en sintonía con Cristo en lo profundo de todo lo que tiene ser.
Oremos: Dios de toda la creación, concédenos la gracia para que podamos acercarnos a la vida con asombro y reverencia. Crea en nosotros la expectativa de conocerte en el mundo más amplio de la cultura, el paisaje y la gente. Y, mientras vislumbramos tu presencia, tu mano obrando, que podamos dar gracias y alabar. En el nombre de Cristo, oramos. Amén.
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