Recuerda y Regocíjate
En el Salmo 105 leemos:
Den gracia al Señor, invoquen su nombre;
Den a conocer sus obras entre las naciones.
Cántenle, entónenle salmos;
Hablen de todas sus maravillas.
Siéntanse orgullosos de su santo nombre;
Alégrese el corazón de los que buscan al Señor.
No sólo aquí en el Salmo – sino en todas las escrituras, hay una sensación de entusiasmo, una chispa de vida que no se puede retener. En un sentido amplio, nuestras escrituras son historias y poesías que nombran lo que Dios está haciendo y alabar por lo que Dios ha hecho.
Note los verbos en el Salmo: Den gracias, den a conocer, cántenle, siéntanse orgullosos…
Se cree ampliamente que fue escrito mientras la comunidad de fe vivía en el exilio en Babilonia. Este Salmo es poesía y es muy posible que haya sido cantado o entonado en adoración desde una época muy temprana.
De hecho, si leyéramos dicho Salmo hasta el final, vuelve a contar la historia desde Abraham hasta el Éxodo, fuera de Egipto, Dios guiando, Dios rescatando, Dios Salvando. Teníamos hambre y tú nos proveíste. Éramos oprimidos y tú nos liberaste. Tuvimos sed y trajiste agua de una roca. Nos llevaste con alegría y canto.
De hecho, si leyéramos este Salmo hasta el final, volvería a contar la historia de Abraham.
Ahora sólo tengo que imaginar que hubo personas en el exilio que escucharon estas palabras, esta poesía, esta canción y sintieron cierta ansiedad; me imagino que había personas preocupadas por su situación y que se preguntaban: “¿En qué clase de mundo crecerán nuestros hijos? ¿Cómo serán sus vidas?” Tengo que imaginar que había personas que anhelaban curarse: ¿será este diagnóstico, esta enfermedad, este divorcio, este problema llegar a tener la última palabra en mi vida? O ¿Hay esperanza?
Y tengo que imaginar que cuando este Salmo era leído en voz alta o cantado por una congregación, las personas escucharían su abrumador tono de alegría. Ellos escucharían el testimonio de la comunidad durante mil años. Ellos escucharían este poderoso recordatorio de que Dios se había movido en sus vidas en el pasado, un recordatorio de que adoramos a un Dios que rescata, que redime, que salva. Y tengo que imaginar que estas historias, estas palabras tendrían que darles una medida de esperanza.
Y esa es mi oración por cada uno de ustedes el día de hoy. Que puedas recordar, y te aferres a la esperanza.
Oremos: Danos ojos y corazones abiertos para que podamos notar la belleza de tu mano obrando en nuestras vidas y en este mundo, incluso ahora. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!