El Poder del Espíritu en Ti
Una de las imágenes del Espíritu Santo en la Biblia es la de la llama. El Espíritu Santo derrite los corazones fríos y enciende una chispa de esperanza en nosotros – una chispa que puede ser contagiosa.
Hace poco escuché una parábola que hace hincapié en el tema: Había una vez había un pedazo de hierro, que era muy fuerte y duro. Se habían hecho muchos intentos para romperlo, pero todos habían fallado.
“Lo dominaré”, dijo el hacha…y sus golpes cayeron pesadamente sobre el trozo de hierro, pero cada golpe solo hizo que el borde del hacha se debilitara, hasta que finalmente dejo de golpear y se rindió en la frustración.
“Déjamelo a mí”, dijo la sierra…y trabajó de un lado a otro sobre la superficie de la plancha de hierro hasta que sus dientes se desgataron y se rompieron. Luego, en desesperación, la sierra dejó de intentarlo y cayó a un lado.
“¡Ah!” dijo el martillo, “yo sabía que ustedes dos no tendrían éxito. ¡Les mostraré cómo hacer esto!” Pero al primer golpe feroz, la cabeza del martillo salió volando y el pedazo de hierro se mantuvo como antes, orgulloso, duro y sin cambios.
“¿Debería intentarlo?” Preguntó la pequeña llama suave. “Olvídalo,” dijeron todos los demás. “¿Qué puedes hacer? Eres demasiado pequeño y no tienes fuerza.” Pero la pequeña y suave llama se enroscó alrededor del trozo de hierro, lo abrazó…y nunca lo dejó hasta que se derritió bajo su influencia irresistible y cálida.
El pastor James Moore retoma esta parábola y escribe: “Hay un sermón en alguna parte. Quizás significa que el camino de Dios no es el camino de la fuerza sino del amor. El camino de Dios no es romper los corazones sino derretirlos. Tal vez significa que ese es nuestro llamado – derretir corazones…bajo el calor irresistible del amor de Dios lleno de gracia.”
La verdad es que vivimos en un mundo con tremenda necesidad a nuestro alrededor. Piensa en todas las personas solitarias y heridas en nuestras cafeterías y aulas en la escuela, en nuestros vecindarios e incluso en los lugares de trabajo. A nuestro alrededor hay tremendas oportunidades para escuchar, dar, cuidar y mostrar el amor de Cristo.
En tu propia vida, me pregunto cómo podrías demostrar el calor irresistible del amor bondadoso de Dios.
Oremos: Dios amoroso y misericordioso, llénanos de nuevo con tu Espíritu Santo. Derrite nuestros corazones fríos y prendamos fuego con esperanza – esperanza que nos lleve a hacer una diferencia en tu nombre. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!