La Presencia Permanente de Dios
Hace algún tiempo, la columnista Sheila Graham compartió una entrevista convincente con Ruby Bridges Hall. A pesar de que ella no estaba consciente de ello en el momento, Ruby fue la primera niña afroamericana en integrarse en una escuela regular en Nueva Orleans en 1960.
Podrías imaginarla como una típica niña de primer grado con un gran lazo en su cabello y una lonchera en su mano. Pero cada día camino a la escuela, era escoltada por los mariscales federales armados, se enfrentaba a personas enojadas gritándole mientras entraba a un aula vacía. Los padres de raza blanca habían trasladado a sus hijos a otras escuelas. Ruby no se dio cuenta hasta más tarde, cuando un niño le dijo del por qué no podía jugar con ella, que ella era la razón de toda la conmoción.
En su entrevista, Sheila Graham señaló que incluso en esta situación estresante y hostil, la pequeña Ruby oraba todos los días, antes y después de la escuela. Incluso oró por esas personas enfadadas que habían estado gritándole.
Ruby Bridges lo explicó de la siguiente manera: “Una cosa que mi madre siempre me decía era que cuando ella no podía estar conmigo, si alguna vez tuviera miedo, debería de decir mis oraciones…Incluso de noche, si hubiese despertado de una pesadilla y quisiera levantarme e ir a su habitación, ella inmediatamente me pregunta, “¿Dijiste tus oraciones?” Es de ahí de donde vino y se me quedó pegado por siempre.”
La madre de Ruby le dio una poderosa herramienta. Ruby creció sabiendo que nunca estaba sola. Sabía que estaba conectada a un poder mucho mayor que ella misma. Y sabía que la presencia permanente de Dios la haría enfrentar cualquier situación.
Oremos: Dios misericordioso, a menudo nos encontramos asustados, ansiosos y preocupados por el futuro. Recuérdanos que también estamos conectados a un poder mucho mayor que nosotros mismos. Ayúdanos a recurrir a ti y a confiar en ti; a través de Jesucristo. Amén.
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