La Verdadera Raíz del Asunto
En el Evangelio de Juan (Capítulo 15), Jesús dijo: “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto…”
En otras palabras, aquellos que aprovechen esta vid encontrarán fuerza y sustento – no solo para ellos – sino también para los demás.
Cuando pienso en esta metáfora, pienso en las personas que conozco que tienen una fuerza interior: Personas que capean bien las tormentas de la vida, personas que tienen un profundo sentido de integridad, personas que marcan la diferencia en la vida de los demás. Cuando veo a personas así, en el tiempo que tengo en la Tierra, yo pienso que quiero vivir así. Yo quiero ser así.
El Erudito del Nuevo Testamento Dale Bruner traduce el versículo así: “Yo, yo soy la Verdadera Raíz del Asunto, y mi Padre el Horticultor.”
¡La Raíz del Asunto! Si solo pudiéramos aprovechar la raíz, de ahí es de donde proviene el sustento y la fuerza…
La otra cara de esto, yo pienso en esos tiempos secos en la vida, tiempos en los que falta el sustento. Me recuerdo de esos momentos en los que te sientes cansado, agotado…Cuando piensas: “No puedo con una cosa más. No puedo lidiar con una queja más. No puedo soportar que una persona más en mi vida se desmorone. No creo que lo tenga en mí.”
Casi puedo escuchar a Jesús decir: “Permaneced en mí. Yo te daré la fuerza.”
Hay otros momentos en los que tal vez te sientas culpable por no hacer más, o momentos en los que desearías que fuéramos mejores en lo que hacemos.
Jesús dijo: Permanezcan en mí. Hay un pozo profundo.
Pienso también en esos momentos en los que todo parece desmoronarse, o las cuentas se acumulan, o un ser querido está enfermo…
Jesús dijo, permanezcan en mí…Permanezcan…
Me pregunto cómo es parra ti permanecer con Cristo.
Como quiera que parezca, hoy oro para que aceptes su invitación.
Oremos: Muchas veces, Oh Dios, vamos por la vida sin detenernos a reflexionar sobre lo que sucede en nuestro interior. El año pasado llevamos una carga pesada. Hemos pasado por mucho. Concédenos la gracia que necesitamos para detenernos y sentarnos en tu presencia, aunque sea por unos momentos. Te pedimos que nos encuentres allí, en ese silencio. Llénanos de la fuerza, el valor y la paciencia que necesitamos para afrontar el día. Te lo pedimos en el nombre de Cristo. Amén.
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