Nos Convertimos en lo que Contemplamos
El teólogo William Blake dijo: “Se convierten en lo que contemplan.” Ese es un pensamiento interesante, ¿no es así?…Nos convertimos en lo que contemplamos.
Las enseñanzas budistas nos dicen, en esencia, nuestras vidas son aquello a lo que prestamos atención.
¿A qué le damos nuestra atención? ¿Qué es lo que contemplamos? ¿En qué estamos meditando?
Para ser justos, rara vez es tan simple. No sé ustedes, pero si me quedo quieto, aunque sea por unos momentos, hay todo tipo de pensamientos en mi cabeza: Estamos pensando en los hijos, tal vez en los nietos, estamos preocupados por la escuela o el trabajo, la prueba de la próxima semana, el proyecto pendiente, la próxima cita con el médico, el diagnóstico. O, cualquier número de otras preocupaciones apremiantes inmediatas. Todo está ahí arriba, constantemente…
Pero luego, por supuesto, están esas cosas que pueden estar recibiendo una cantidad excesiva de nuestra atención…
Hace unos meses, les conté que un amigo sentía una enorme cantidad de estrés y ansiedad por nuestro país, la política y el mundo que nos rodea. De hecho, él estaba tan abrumado que no dormía. Y simplemente decidió, voy a ayunar de las noticias de la red de cable durante tres semanas…Y sabes qué, funcionó totalmente. Él dijo, su nivel de estrés bajó muchísimo…
No hay duda de que absorbemos el estrés. Y tal vez nuestros cuerpos inconscientemente piensan que, al estar constantemente alerta, constantemente informados de que en realidad estamos haciendo algo…Y lo internalizamos, ¿no es así?
Como mínimo, vale la pena preguntarse, ¿Qué estamos contemplando? ¿Qué estamos asimilando? ¿A qué estamos prestando nuestra atención, con mayor frecuencia? Tal vez incluso, ¿Qué nos estamos perdiendo?
Hoy les dejo con un versículo de Filipenses como prescripción. Trata de escribirlo. Colóquelo en algún lugar donde lo vea con frecuencia: en su refrigerador, en su mesita de noche, utilícelo como un separador de libros. Medita en ello. Memorízalo si quieres. Y hazlo. “…todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.”
Oremos: Dios de la esperanza, en medio de toda la rudeza y el ruido de la vida moderna, ayúdanos a ser conscientes de lo que nuestra alma está absorbiendo…Danos ojos para ver la bendición y la belleza. Y concédenos corazones para alabarte. En el nombre de Cristo. Amén.
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