Incluso en Tiempos como Estos – Alegría
En Diciembre, estaba tratando de escribir un sermón sobre la alegría. Sin embargo, en el fondo de mi mente estaban los tornados que azotaron Kentucky. Tampoco pude evitar pensar en el director del coro de la iglesia, a la que solía servir, quién confesó el asesinato de su esposa y sus dos hijos que eran mayores de edad…Sin sentido…Esa semana, fue muy difícil sentir alegría. Y plantea la pregunta: ¿Cómo podemos hablar de alegría en medio del sufrimiento?
Sin embargo, la verdad es que los Cristianos siempre han hablado de la alegría, incluso en momentos de intenso dolor o pérdida. Hacemos esto porque nuestra comprensión de la alegría es que no proviene de escapar del sufrimiento o las dificultades – sino que surge en medio de ellas.
Barbara Brown Taylor describe la experiencia de la alegría como “casi irreverente.” Ella escribió: “La alegría nunca ha tenido mucho que ver con lo que está pasando en el mundo en el momento. Esto es lo que lo hace diferente a la felicidad, o placer o diversión. Todas ellas dependen de condiciones positivas…La única condición de alegría es la presencia de Dios…lo que significa que puede estallar en una economía deprimida, en medio de una guerra, o en una sala de espera de cuidados intensivos…”
Hace aproximadamente un año, recibí un correo electrónico de mi amigo Charley Landreth, quien había sufrido un derrame cerebral, hace algún tiempo, y perdió gran parte de su capacidad para hablar. Hacía tiempo que no nos veíamos y él escribió esto: Estoy feliz, me siento bien, y recibo una excelente atención. Todavía me cuesta hablar…Sin embargo, (y escribió todo en mayúsculas) ¡Estoy lleno de Alegría!
Aquellos de ustedes que conocen a Charley, saben que es verdad…
Pablo escribió desde la prisión: Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Camino a la cruz, Jesús dijo: “Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa.”
Tal vez en parte, la alegría es una elección. Mi oración para ti hoy es que mantengas un corazón abierto. Presta atención a las bendiciones que te rodean, regalos incluso en medio de la oscuridad. Recuerda que Dios está contigo, y que Dios te está invitando a regocijarte.
Oremos: Recordamos, Oh Dios, que hay otras invitaciones por ahí – invitaciones que pueden quitarnos nuestra alegría. Está la invitación a ser constantemente productivo, la invitación a estar constantemente entretenidos…Está la invitación al cinismo, a la amargura, la invitación a ceder a nuestros miedos o de permitir que nuestro sufrimiento o dolor tenga más tiempo del que merece. No queremos responder a dichas invitaciones, solo a las tuyas. A pesar de nuestra circunstancia exterior, nos dirigimos nuevamente a ti este día pidiéndote que nos llenes de alegría. A través de Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!