Avanzando Hacia Dios
Hay una vieja ilustración rabínica que compara el acto de una oración con una barca pequeña que se acerca a un muelle. Desde la perspectiva de la persona en la barca, a medida que agarras la cuerda que está sujeta al muelle y tiras de la cuerda, puedes tener la ilusión de que la barca no se mueve y que el muelle se mueve hacia la barca. De manera similar, mientras oramos podemos imaginar que estamos luchando para mover a Dios. Sin embargo, lo que realmente estamos haciendo – aunque no lo parezca en ese momento – es que nos estamos moviendo hacia Dios.
Es verdad. Ya sea que estamos orando fervientemente por la ayuda de Dios o dando gracias por todo lo que es – el acto mismo de oración nos lleva a la presencia amorosa de Dios. Mi amigo el Reverendo Roger Kunkel, q.e.p.d., solía animarnos a orar del Salmo 31: “Mi vida entera está en tus manos, Oh Dios.” Hoy, puedes presentar a Dios tu gratitud y cualquier cosa que pueda estar ejerciéndote peso. Intenta orar esta sencilla oración: “Mi vida entera está en tus manos, Oh Dios.” Mientras lo haces, que puedas sentirte moviéndote de manera segura hacia su presencia amorosa.
Oremos. Dios Eterno y Majestuoso, tú que has extendido los cielos y que nos has formado del polvo de la tierra, depositamos nuestra confianza en ti. Recibe hoy nuestra alegría y nuestro agradecimiento. Tú nos has bendecido en abundancia. Toma nuestras preocupaciones, nuestra ansiedad y nuestras luchas. Concédenos orientación, sabiduría, y sobre todo un sentido de tu paz. Nuestras vidas enteras están en tus manos, Dios Amoroso, y te damos gracias. Amén.
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