Bienaventurados los Pacificadores
En El Talmud hay una historia sobre un rabino que se encontró con el profeta Elías en un mercado abarrotado. El rabino aprovechó la oportunidad para hacerle una pregunta a Elías: “¿Quién de todos los presentes tiene más probabilidades de experimentar la vida eterna?” Elías señaló a dos hombres humildes y sin pretensiones. Luego, el rabino confrontó a los dos hombres y les preguntó: “¿Qué los hace valer un mérito tan especial?” Ellos respondieron: “Nosotros no, a menos que quieras tener en cuenta que cada vez que las personas tienen problemas, tratamos de consolarlos, y cuando las personas pelean, los hacemos amigos otra vez.”
Esta historia me recuerda que Jesús una vez nos enseñó: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”
En su libro The Word (La Palabra), Noah ben Shea cita a Joel ben Shemaria, quien realmente me hace llegar estas expresiones. Shemaria escribió:
“Tu propósito principal en la vida en el planeta tierra es estar en paz con todas las personas, Judías y Gentiles. No seas contencioso con nadie. Haz de tu hogar un lugar tranquilo y feliz, ausente de un lenguaje duro, y lleno de amor, amistad, modestia y un aire continuo de gentil y reverente.”
Él luego agrega: “Esta actitud no debe de limitarse al hogar…”
Oremos: Dios Misericordioso, cuando miramos la violencia y el dolor del mundo que nos rodea, anhelamos tu paz. Concédenos corazones abiertos para que seamos llenos de tu misericordia y gracia. Y luego, Oh Dios, utilízanos como instrumentos de esa paz que tanto anhelamos. Amén.
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