Sígueme
Jesús dijo una vez: “Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará.” (Mateo 16:24-25)
Cuando seguimos a Jesús, a veces nos encontraremos siguiéndolo a lugares de quebrantamiento y sufrimiento.
Recuerdo haber escuchado una entrevista con un Sacerdote Católico, en Filipinas, después de que el devastador tifón Haiyan acabase de causar estragos. El edificio de la iglesia ya no estaba, y se le preguntó al sacerdote por qué no se había ido. Él dijo que la iglesia no es el edificio. Yo estoy aquí para ayudar a la gente. Les digo – si encuentran a alguien de su familia que ha estado desaparecido y estás regocijado – entonces mi corazón se regocija con ustedes. Pero, si estás sufriendo, yo sufro contigo. Si tienes hambre, te ayudaré a encontrar comida. Pero, no me voy. Yo estoy aquí contigo.
Escuché eso – y pensé – eso suena como Cristo. Si estás sufriendo – él está sufriendo contigo…eso es parte de lo que aprendemos a través de la cruz.
Parte de lo que Jesús nos enseño es que el mayor significado, la alegría y la esperanza provienen de dar la vida por el bien de los demás, ayudando a los demás, compartiendo con los demás en los momentos más difíciles.
Jesús partió de este mundo sabiendo muy bien lo que significaba ser traicionado, sufrir e incluso dar la vida por algo más grande. Y nos dejó con la promesa de que siempre estaría con nosotros en nuestras propias luchas y sufrimientos.
Pero también nos invitó a seguirlo…Y en seguirlo poder encontrar la plenitud de la vida.
Oremos: Dios de Gracia, gracias por caminar con nosotros incluso en los momentos más oscuros de la vida. Que tu Espíritu continúe sanándonos, perdonándonos, guiándonos e inspirándonos a seguir; a través de Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!