Humor y Humildad
Como un joven pastor recién egresado del seminario, le pregunté a mi amigo y colega Roger Kunkel, q.e.p.d., si tenía algún consejo para un nuevo pastor. Nunca olvidaré una parte de su consejo. Él dijo, “Hay que tomar tu ministerio seriamente – pero no te tomes a ti muy en serio. Cultiva un sentido del humor y un sentido de la humildad.”
Unos años después, Roger me dio una lección de humildad. Estábamos impartiendo una clase para adultos en nuestra congregación. Tomábamos turnos para dirigir la clase. Roger inició y luego me cedió el turno a mí. Realmente me había preparado para esto y pensé que tenía un contenido excepcional. Pero cuando llegó el momento de cederle el turno nuevamente a Roger, noté que tenía la cabeza baja y creo que podría haber estado roncando. Uno de los jóvenes de la primera fila dijo: “Joe, ¡lo has puesto a dormir, hombre!
Roger y yo nos reímos de dicha situación durante años. Habría sido fácil para uno o ambos de nosotros haber estado avergonzado, o herido, pero era mucho mejor para el alma habernos reído. Uno de los proverbios favoritos de Roger era: “Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos.” ¡Es tan verdadero esto!
Oremos: Amado Dios, hay momentos en la vida cuando todo el mundo parece conspirar contra nosotros, cuando todo parece estar cayendo a pedazos. Gracias por la capacidad de reírnos de las cosas absurdas en la vida. Gracias especialmente por la capacidad de reírnos de nosotros mismos. Ayúdanos a recordar siempre cuánto tenemos y por lo cual debemos de estar agradecidos en cualquier circunstancia – y recordar que tú eres el que en definitiva está a cargo. En humildad y la risa, que podamos redescubrir tu presencia y tu alegría. Amén.
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