Gracias
Una joven madre exhausta se fue arrastrada al teléfono cuando sonó y escuchó con alivio la voz amable en el otro extremo. “¿Cómo estás cariño? ¿Qué tipo de día estas teniendo?
“Oh, Madre,” dijo la joven madre, “estoy teniendo un mal día. El bebé no quiere comer, la lavadora se descompuso, la casa es un desastre, vamos a tener dos parejas que vendrán a cenar esta noche y yo no he tenido la oportunidad de ir de compras aún. Y, por si fuera poco, acabo de torcer mi tobillo.”
La madre estaba abrumada con simpatía. “Oh, dulzura,” ella dijo, “siéntate, relájate y solamente cierra los ojos. Estaré en tu casa en media hora. Yo voy a hacer las compras, limpiar la casa y cocinar la cena para ti. Voy a alimentar al bebé, y voy a llamar a un técnico para que arregle la lavadora. Ahora deja de llorar. Voy a hacer todo. De hecho, yo incluso llamaré a Sean a la oficina y pedirle que llegue a casa y ayude.”
“¿Sean?” dijo la ama de casa. “¿Quién es Sean?”
“porque, Sean, tu marido, ¡por supuesto!”
“Quieres decir Jim, ¿verdad? Vas a llamar a Jim a la tienda.”
“¿Estoy hablando con Julie?”
“No, estás hablando con Tiffany.”
“Oh,” dijo amablemente la persona, “Debí haber marcado el número equivocado. Lo siento.” Hubo un largo silencio. Entonces la joven ama de casa pregunto, “¿Quiere esto decir que no vas a venir?”
¿No sería bueno tener este tipo de ayuda? Creo que todos tenemos momentos en los que nos gustaría tener a alguien que pueda entrar y solucionar todos nuestros problemas – incluso si fuese la mamá de otra persona. Pero la verdad es que la vida no suele funcionar así. Los amigos y familiares no pueden arreglar todo por nosotros. Incluso nuestra fe no alivia el trabajo duro que todos debemos de enfrentar en nuestras vidas.
Sin embargo, hay momentos en cada una de nuestras vidas cuando otras personas nos brindan una mano de ayuda. Nuestra fe nos da el valor y la fuerza y nos une con una comunidad. Si nuestros ojos están abiertos, cada uno de nosotros experimentaremos pequeños actos de bendiciones y bondad cada día. Que nosotros en cambio seamos una bendición a otros que están en necesidad.
Oremos: Te agradecemos, Oh Dios, por nuestra fe, por la fortaleza, guía y valor que necesitamos para hacer frente a los obstáculos de la vida cotidiana. Te damos las gracias por los amigos y la familia e incluso los extraños quienes hacen el viaje de la vida más fácil y más agradable. El día de hoy, ayúdanos a expresar nuestro agradecimiento a todos ellos de igual forma que te lo expresamos a ti: Gracias a ti Dios. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!