Chivos Expiatorios (Parte 2)
Ayer hablamos sobre chivos expiatorios – en el sentido cultural de la palabra – alguien a quien culpar cuando las cosas salen mal. También, La Biblia habla de chivos expiatorios – sólo que en un sentido un poco diferente. En el libro de Levítico (16: 20-22) nos dice que Dios proveyó un medio para aliviar la culpa y la vergüenza, dando a los israelitas un ritual. Cada año, los sacerdotes debían de llevar un macho cabrío, poner las manos sobre él, y confesar sobre él todos los pecados de la comunidad. A continuación, el macho cabrío era puesto en libertad en su hábitat natural. La comunidad estaba libre de la carga de llevar consigo los errores del pasado, el arrepentimiento y la vergüenza.
Algunas personas llevan consigo su pasado, su culpa, su vergüenza como si fuese una tonelada de ladrillos. Se pone pesado y presiona hacia abajo sus vidas. Esto es triste. Hoy, no necesitamos un chivo expiatorio. Somos libres para confesar nuestros fracasos directamente a Dios, y Dios nos ha prometido el perdón y una nueva vida.
En la primera carta de Juan, nos recuerda, “Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.”
Amigos, los invito a escuchar y creer las buenas noticias.
Oremos: Las palabras del Salmo 139 viene a la mente otra vez, “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.”
En este día, confesamos nuestros pecados ante ti Oh Dios, confiando que eres bueno, que eres amable, compasivo y comprensivo. Llévate nuestras vergüenzas. Llévate nuestras culpas. Ayúdanos a aceptar que estamos perdonados – y guíanos a una nueva vida; a través del poder de Cristo Resucitado quien murió y resucitó por nosotros. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!