Mira a Cristo
En un sermón reciente, el Reverendo King Duncan contó la historia de un soldado Británico en la Primera Guerra Mundial, que había perdido el sentido de la batalla y desertó. Intentando llegar a la costa, para abordar un barco, y viajar a Inglaterra esa noche, terminó divagando, en una noche muy oscura, sin ninguna esperanza. En la oscuridad, se encontró con lo que creía que era una señal. Era tan oscuro que él empezó a subir el poste para poder leerlo. Cuando llegó a la parte superior del poste, encendió un cerillo para ver, y se encontró mirando directamente al rostro de Jesús. Se dio cuenta de que, en lugar de toparse con una señal, él había subido a un crucifijo que estaba al borde de la carretera. Luego recordó a Aquel que había muerto por él…quien había aguantado…quien nunca habría retrocedido. A la mañana siguiente, el soldado volvió a las trincheras.
Duncan dijo: “Tal vez eso es lo que debemos hacer tú y yo en los momentos de angustia y oscuridad – encender un cerillo en la oscuridad y mirar al rostro de Jesucristo. Porque Cristo está aquí…” Cristo está contigo.
En el libro de Hebreos, leemos estas palabas de aliento:
“…corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición…para que no se cansen ni pierdan el ánimo.”
Oremos: Oh Dios, Emanuel, en los momentos de oscuridad y desesperación que podamos recordar que de verdad estás con nosotros. Concédenos luz suficiente para ver. Que el mismo valor, la perseverancia y la fuerza que dieron poder a Jesús que también nos fortalezca. Lo pedimos en su nombre. Amén.
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