La Luz Resplandece en la Oscuridad…
Recientemente leí sobre un misionero de nombre Joffery Ginn y su familia que estaban sirviendo en Cali, Colombia. Una mañana, Jeffrey entró en su oficina y descubrió que un mapa del mundo que él había pegado a la pared se había caído durante la noche. Una esquina del mapa había quedado pegada a la pared mientras el resto había caído. Jeffrey agarró la pieza rota de la pared y se arrodilló para reparar el mapa. En ese preciso momento entró su hija de tres años. Ella se sentó en el piso y miró fijamente a su padre. La esposa de Jeffrey, al darse cuenta de que su hija estaba demasiado calmada, exclamó: “Anna, ¿Qué estás haciendo?” Su hija respondió con total naturalidad: “¡Estamos arreglando el mundo, Mamá! ¡Estamos arreglando el mundo!”
Esa es la razón por el cual Jesús vino al mundo. Para arreglarlo; para salvarlo; para volver a amarlo; y convocar a seguidores que podrían unirse a él en dicha misión.
Muy a menudo, cuando miramos el mundo que nos rodea, hay un gran dolor y sufrimiento, codicia y egoísmo. Pero al mismo tiempo, si miramos de cerca, notaremos que también hay una gran belleza, sanación y esperanza. Si miramos de cerca, notaremos que las personas dan generosamente; abuelos jubilados que dan clases particulares a niños de barrios marginales; madres que martillan clavos para Habitat; vecinos que cuidan a los niños de las madres solteras; jóvenes que abogan por la paz y la justicia. Y la lista podría seguir y seguir.
El Evangelio de Juan nos reasegura: “Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.”
Que Dios nos dé ojos para ver y corazones para responder.
Oremos: Danos ojos para ver tu luz, Oh Dios, y que rebosemos en esperanza. Y concédenos corazones para sentir tu amor, para que dicho regalo sea nuestro para compartir. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!