Agradezcamos Todos a Nuestro Dios
En los años 1600, Martin Rinkert ejerció como pastor en la pequeña ciudad de Eilenburg, Alemania. En 1617 – poco después de tomar el puesto de Archidiácono, estalló la Guerra de los Treinta Años, y su pueblo fue arrastrado a la lucha. En medio de esa guerra, la peste negra atravesó Europa y en 1617 afectó duramente su ciudad. Más de 8,000 personas perdieron la vida y Rinket tuvo que enterrar a muchos de ellos – incluyendo a su propia esposa. Durante sus 32 años de ministerio, él experimentó una gran violencia y pérdidas desgarradoras. Sin embargo, en medio de todo esto, escribió las palabras del inspirador himno:
De boca y corazón
Load al Dios del Cielo,
Pues dionos bendición,
Salud, paz y consuelo.
Tan sólo a su bondad
Debemos nuestro ser;
Su santa voluntad
Nos guía por doquier.
Es hermoso para mí que, en la agonía del infortunio y la adversidad, la alabanza y la gratitud no pudo ser sofocado dentro de Martin Rinkert. Es un gran recordatorio que no importa lo que estamos pasando en la vida, la mano de Dios todavía está obrando. La gracia y misericordia de Dios siguen siendo evidentes. ¡Que Dios nos conceda ojos para ver y corazones para responder!
Los dos últimos versos de este Himno serán nuestra oración el día de hoy. Oremos:
¡Oh Padre celestial!,
danos en este día
un corazón filial
y lleno de alegría.
Consérvanos la paz;
tu brazo protector
nos lleve a ver tu faz
en tu ciudad, Señor.
Dios Padre, creador,
con gozo te adoramos.
Dios Hijo, redentor,
tu salvación cantamos.
Dios santificador,
Te honramos en verdad.
Te ensalza nuestra voz,
Bendita trinidad.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!