En lo Ordinario
Hay una vieja leyenda sobre una tierra lejana gobernada por un rey cruel. Este rey ejercía control sobre todos los aspectos de la vida de sus súbditos – con una excepción. No importaba lo duro que intentaba, no pudo destruir sus creencias en Dios.
En su frustración, convocó a un grupo de asesores. Uno sugirió esconder a Dios en el lado lejano de la luna. Esta idea fue debatida, pero fue rechazada porque los asesores temían que sus científicos descubrieran un día la forma de viajar al espacio y de esta forma Dios sería descubierto nuevamente. Otro sugirió enterrar a Dios en la parte más profunda del océano. Pero había el mismo problema con esta idea, por lo que fue rechazada.
Una idea tras otra fue sugerida, debatida y rechazada. Hasta que finalmente el consejero con más edad y más sabio tuvo un destello de perspicacia, “Yo sé cómo” él dijo: “¿por qué no ocultamos a Dios donde nadie jamás se atrevería a mirar?” Y él explicó: “Si escondemos a Dios en los acontecimientos ordinarios de la vida cotidiana de las personas, ¡ellos nunca lo encontrarán!”
Y así se hizo. Y dicen que las personas en esa tierra lejana todavía están buscando a Dios – aún hoy en día.
La verdad de esta historia es que Dios está presente en los eventos de nuestra vida cotidiana. Pero en medio de nuestras tareas diarias y rutinas, a menudo no nos damos cuenta. A medida que transcurra el día de hoy, que puedas prestar atención a la presencia amorosa de Dios obrando de maneras sutiles. Busca por lo que yo llamo momentos de gracia – palabras de aliento, actos bondadosos, o una sensación de paz en el corazón de una tormenta. Y cuanto te des cuenta, que puedas dar gracias. Dios está cerca.
Oremos: Amado Dios, concédenos corazones para conocerte y ojos para verte en las personas y eventos ordinarios de este día. A media que reflexionamos sobre estas pequeñas bendiciones, empodéranos para poder ser una bendición para los demás. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!