La Mano de Cristo
Una noche durante la Guerra de Crimea, Florence Nightingale caminaba por una sala de hospital. Se detuvo por un momento y se inclinó sobre un soldado seriamente herido. A medida que lo miraba, el soldado miró hacia ella y le dijo, “Para mi Tú eres Cristo.”
¿Alguna vez has tenido una experiencia como esa? ¿Cuándo alguien te ha ayudado en un momento de necesidad? ¿Cuándo fue casi como si la mano de Cristo mismo se extendiera a ti?
Una llamada telefónica en el momento indicado, una comida casera, una factura de electricidad pagada, comestibles en la puerta de tu casa, una nota amable, un abrazo, un oído atento, una visita en un momento de necesidad. Cristo está allí. Y ya sea que fueses la persona que da o la que recibe, en esos momentos, su amor, misericordia y gracia son reales – incluso tangibles.
Oremos: Espíritu Santo, Dador de esperanza y renovación, Tu amor fluye de persona a persona, tu misericordia de mano en mano, tu gracia de vida en vida. Gracias por tu presencia derramada sobre nosotros mientras tomamos nuestro lugar en esta cadena de dar y recibir. Ayúdanos a no ser demasiado orgullosos para recibir, o demasiado toscos para dar.
El día de hoy, alzamos especialmente a los que dan por encima y más allá; amigos que hemos llegado a amar, mujeres y hombres enlistados en el ejército y sus familias, profesores, enfermeras, oficiales de policía y bomberos. Bendícelos, Señor, y protégelos. Lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!